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copa del rey | atlético 0 - real madrid 1

De paseo a semifinales

El Real Madrid está en semifinales de Copa tras ganar en el Caldéron con la ley del mínimo esfuerzo. Cristiano marcó en la primera llegada blanca. El Atlético, sin energía ni plan.

<strong>EL MADRID, A SEMIFINALES.</strong>
EL MADRID, A SEMIFINALES.

Después de los comunicados, los desmentidos, las ruedas de prensa espinosas y las becarias, volvió el fútbol. Sólo un puñado de días después aunque la cantidad de información que genera el Real Madrid (el Real Madrid de Mourinho...) pone una eternidad entre partido y partido, un muro de noticias, rumores y debates. Como esos Balcanes de los que dijo Churchill que producían más historia de la que podían consumir. El Real Madrid trata de consumir su historia, deshoja la margarita del '9' y por el camino se mete en semifinales de Copa. Y alarga la supremacía de los derbis, duelos al que la superioridad de unos y los complejos de otros están dejando sin emoción, sin noticias, sin chispa: nada.

Acabado el partido es fácil sugerir que en realidad había terminado antes del partido inicial. Con el 3-1 circense y sobre la hora del Bernabéu y con la lesión de Agüero, que lleva en su espalda la ilusión de su afición y en sus botas un porcentaje masivo del fútbol de su equipo. El Atlético salió al campo contemplativo, indefinido. La valió sujetar el juego y consentir un ritmo mortecino. No sabemos si la razón era mantener viva la cabalística con el 0-0 o si simplemente no tiene más. Su abulia creativa es desesperante y no tuvo tampoco ambición, arrebato. Ni puñetazo al destino ni rebelión a golpe de épica. Por eso no sabemos si el Real Madrid no hizo más porque no anda con las hadas especialmente de cara o si simplemente no lo necesitó. Ganó con orden y jerarquía. Con la camiseta, como ya no se gana en casi ningún sitio.

El partido fue malo, romo, de ritmo veraniego. Al Atlético no le salió el plan si es que lo tenía y al Real Madrid le valió con lo mínimo. Hasta Mourinho se dio el gusto de jugar sin Benzema. Ganó sin perro, al menos según su código. Según el nuestro ganó con una jauría, la que se concentra en las botas de Cristiano Ronaldo. El portugués hizo lo poco salvable de todo el partido. Un par de galopadas, un par de disparos, un pase maravilloso de tacón que desaprovechó Di María y sobre todo un gol que mató el partido, la eliminatoria, al Atlético y al Calderón. Todo arrajado al gélido Manzanares. Tras muchos minutos de desconcierto, sin balón y sin profundidad, Xabi habilitó a Ramos y el centro de éste lo remachó Cristiano. Inapelable. Las semifinales en el bolsillo y más de una hora por delante. Un martirio para el Atlético, un aburrido paseo para el Madrid.

El caso es que Mourinho experimentó con un once que amenazaba 5-2-3-1 y acabó siendo un 4-2-3-1 con Marcelo por delante de Arbeloa y Albiol junto a Carvalho. Salió, comprobó que había poco que temer, marcó y después sesteó. No hizo sangre del rival, no hizo apenas ocasiones. Como no sabemos si no quiso o no pudo, pongamos los análisis en cuarentena pero destaquemos que Mourinho sigue sin confiar ni en rotaciones ni en cambios tempraneros y que hay jugadores que parecen estar pagando esa acumulación de partidos y minutos: Özil es queda vez más sólo detalles y Di María parece la mitad del jugador que era hacia unas semanas. Sin mucha creación y sin el vértigo y la llegada habitual, Cristiano pareció el único cercano a su mejor versión principalmente porque tiene dosis infinitas de gasolina y de hambre.

Del Atlético no se puede decir casi nada. Conjunto vacío, páramo futbolístico. Tuvo unos minutos de la segunda parte en la que acumuló algunas llegadas y un puñado de disparos. Nada más. Flojeó menos atrás porque se le exigió menos, mejoró (si se analiza con microscopio) con Tiago más involucrado en la salida de balón. No tuvo fe ni magia porque no estaba Agüero y no está Forlán. Nada más. El resto fue un partido hosco, feo, lento y manso, afeado por las lesiones de Reyes y Khedira y por un cúmulo de cánticos , discusiones y gestos feos que estropearon un poco más un choque que quedará en la trastienda de los derbis, en el fondo de algún cajón polvoriento. Al Real Madrid al menos le sirvió para asfaltar el camino a semifinales, donde espera un Pizjuán a priori mucho más selvático. Al Atlético, ya fuera de Europa y de la Copa, no le queda nada que no sea pelear contra la desilusión.