Liga BBVA | Sevilla 1 - Osasuna 0
Siempre quedan Navas y Kanouté
El Sevilla se agarra al regreso de su estrella para ganar a Osasuna. El malí fue su mejor socio y, otra vez, decisivo. Los de Camacho, sin gol ni punch
Como el Sevilla tiene cada día menos tesoros, merece la pena que Monchi y Del Nido se compren un buen cofre para Jesús Navas, el "pajarillo loco" que bautizó Pepe Reina en pleno éxtasis por el Mundial. El duende de Los Palacios, le llaman por Nervión. Aquí se forjan campeones del mundo, se lee en un cartelón a las puertas de la Ciudad Deportiva a diario. Navas, el orgullo de la cantera del Sevilla, demostró ayer por qué lo es y por qué su club lo ha echado tantísimo de menos estos tres meses de travesía en el desierto en los que casi tira por la borda la temporada.
Navas salió despedido como un héroe por una afición a la que antes sobraban los motivos para ponerse en pie, pero que ayer sólo se levantó en el minuto 91. Agradecía el talento y el amor propio de este futbolista infatigable que tiene una tarea de gigante: convertirse en la bandera, en el líder definitivo que mejore la salud de un Sevilla con malos síntomas. Está garantizado que para la empresa tiene un socio que tampoco falla nunca. Kanouté marcó el único gol del partido con un cabezazo espléndido, de fuori classe. Pero sobre todo volvió a ofrecer otro clínic sobre cómo manejar los tiempos de un partido economizando su energía. A día de hoy, cada gota de sudor de Frederic Kanouté, futbolista de culto, vale millones. Dan ganas de dosificarlo, de clasificarlo por fascículos como si fuese una enciclopedia. Y que no tenga epílogo.
Navas y Kanouté, sin embargo, no esconden la realidad de un equipo que está tiritando. Porque el Sevilla no sólo jugó inseguro por las cinco derrotas consecutivas que acumulaba. También porque empieza a ser consciente de sus limitaciones. Eso le aterroriza. Y eso sí que tiene difícil solución. Osasuna, que llegó casi entregado por las bajas y sus pésimos números fuera de casa, se marchó con una extraña sensación. Descubrió tarde las debilidades del rival y no se tuvo demasiada fe. Tal vez le sorprendiese el arreón inicial del Sevilla, que jugó diez minutos a velocidad de vértigo, con Navas retratando a Oier (Camacho debió de echar de menos a Monreal...) y Negredo rematando todo lo que le llegaba. Entre Ricardo y los rebotes afortunados, Osasuna se salvó pero quedó tocado. Y no decidió dar un paso hacia delante. Miraba tanto a su portería que Juanfran, uno de los hombres del partido por su espectacular primera vuelta y el interés del Atlético de Madrid, le regaló medio gol a Capel en una cesión errónea a Ricardo. El portero le salvó del desastre. Fue córner. Luego llegó el gol del maestro Kanouté, que le enderezó la noche a Manzano. Sorprendentemente, ahí se acabó el Sevilla.
Pero a Osasuna le faltaron recursos. Sin Camuñas, sin Masoud, sin Pandiani, su ataque se redujo a Aranda, jugador noble y con talento pero que terminó asfixiado. Los recambios rojillos fueron Kike Sola, Calleja y Lekic, un escalón por debajo en calidad respecto a los habituales. Incluso así, Sola tuvo el gol del empate en una jugada en la que protestó un penalti de Dabo. No lo pareció.
Manzano, tan inseguro como su equipo, dio un paso atrás y recurrió a Renato, que fue el recambio de Negredo. El mensaje era tan evidente que todo el mundo lo entendió: un paso atrás y fotogramas extraños: Navarro lesionado, el doctor pidiendo el cambio y el jugador de vuelta al césped. Escudé despejando a córner porque veía fantasmas en el área. Alexis, lentísimo, desbordado en su área. Este no es el Sevilla grande que espera su afición, pero en lo primero que pensaba Manzano, y es humano, era cortar la hemorragia de derrotas pre-navideñas.
El fútbol enseña que hay mil equipos que empiezan a forjar su grandeza con triunfos así, sufridos cuando están inseguros. Sólo así recuperan la confianza. Sucede que viendo al Sevilla de anoche, pensar que está para grandes empresas se convierte en un ejercicio de fe. Pero viendo su historial en los últimos años conviene no menospreciarle. Y si están Navas y Kanouté, menos.
Navarro, baja casi segura para Málaga
Fernando Navarro demostró ayer que la palabra profesionalidad es la primera en su diccionario de fútbol. Con un esguince en el ligamento lateral interno de la rodilla derecha y el doctor recomendando el cambio, aguantó un cuarto de hora más. Le relevó Cáceres. Es baja casi segura para Málaga.