De cómo el 'Tamudazo' cambió la idea que el Barça tenía del Espanyol
La relación entre Espanyol y Barcelona tiene más de 100 años de historia. Un siglo de no entenderse da para mucho. Pero es muy probable que los historiadores citen el derbi del Camp Nou del 2007 como uno de los grandes hitos de esta rivalidad. Desde que Tamudo acalló al Camp Nou y le puso la Liga en bandeja al Madrid, las cosas nunca han vuelto a ser de la misma forma.


Más de cien años de rivalidad apenas cuentan. Lejos quedan las gestas de Arcas, Rexach, Samitier, Zamora o Rivaldo. Para las nuevas generaciones, eso suena a chino. El hecho más definitivo en torno a los derbis ciudadanos en Barcelona tiene nombre: Tamudazo. Ese 9 de junio del 2007 cambió la relación entre ambos clubes.
Espanyol y Barça se han tenido ojeriza desde tiempos inmemoriales. Han habido épocas álgidas y otras de indIferencia, pero todo cambió en el 2007. Esa noche, el Espanyol pasó factura a muchos años de desprecio, que es el peor de los aprecios. El Barça no lo olvida.
Por aquel entonces hacía mucho tiempo que el Espayol ni le tosía al Barça. La última victoria perica en el Camp Nou databa del 82, 25 años antes, hasta que llegó el Tamudazo.
Ese empate a dos no fue ni una victoria, pero les supo a los españolistas como la ambrosía. En una noche cumplieron sus sueños más húmedos. Lograron conjurar un gol ilegal de Messi, empatar en el Camp Nou en el 89' y, además, ese empate les sirvió para alejar definitivamente al Barça en su carrera por la Liga porque ese tanto coincidió en el tiempo, casi exactamente, con el de Van Nistelrooy en Zaragoza a favor del Madrid que sentenciaba la Liga para los de Ramón Calderón.
La afrenta del Tamudazo obligó al entorno del Barcelona a pedir una venganza inmediata y rápida. Se le exigió al equipo de Guardiola, que sustituyó a Rijkaard, que limpiara la afrenta de manera contundente.
La diferencia de fútbol entre ambos era tal que se daba por supuesta una goleada reparadora. Pero los culés nunca tuvieron en cuenta el orgullo perico. No se dejaron golear. Al contrario, llevaron al mejor Barça de la historia al límite de sus posibilidades para arrancar empates o derrotas inmerecidas. Hoy, gracias al Tamudazo, el Espanyol mira "cara a cara al Barça", como dijo Pochettino.
Fiesta en el vestuario
El 2-2 en el Camp Nou de hace tres años sigue siendo un hito para el españolismo. Fue una suerte de reivindicación que se coronó con una fiesta en el vestuario. Una fiesta que fue tan ruidosa que llegó a los oídos de los propietarios del campo, que ese día eran conscientes de que habían tirado la Liga por el sumidero. Desde entonces, el Barça busca venganza por esa afrenta mientras que el Espanyol se aprovecha muy inteligentemente de la ansiedad de los culés.
La goleada que nunca llegó
Al día siguiente del Tamudazo, los culés empezaron a pedir una goleada al Espanyol para restañar heridas. Esa goleada, a pesar de la diferencia de juego entre uno y otro equipo, nunca se ha dado. Cada vez que el Barça ha llegado como favorito a un partido contra el Espanyol, ha sudado sangre para sacarlo adelante. Esta es la primera vez que el entorno del Barça se da con un canto en los dientes si el Barça gana. Sólo quieren tres puntos.