El Manchester maniata a un Arsenal sin dientes

El Manchester continúa basando su asalto a la liga en sus resultados en Old Trafford. Su victoria de ayer ajusta todavía más las cosas en la parte alta de la clasificación aunque no tiene el nivel de otros años. El Arsenal, por su parte, sigue siendo fácilmente reconocible pero le falta el instinto del cazador que le abandonó hace cinco años. Fue un encuentro diseñado en una pizarra. Temeroso del control del Arsenal y de sus propios problemas defensivos, Ferguson hizo jugar a su equipo como en la competición europea: un solo delantero y cinco centrocampistas. Berbatov se quedó en el banquillo, donde también se encontraba Cesc, que volvía a una convocatoria. La mitad de los futbolistas que jugaban el partido se encontraban en una franja de treinta metros.

Nani supo leer mejor que el resto el encuentro: abrió el campo y apareció en el área rival por sorpresa. Tuvo la gran ocasión de la primera parte, un tiro cruzado que rozó el poste, antes de asistir a Park en el tanto que abrió el marcador, un remate de cabeza que pasó por encima del debutante Szczesny, el guardameta más joven de la historia del Arsenal.

Beckham y el resto de Old Trafford se desesperaban porque los equipos demostraban una gran capacidad técnica pero muchas limitaciones en el último tercio. Qué pensarán en Etiopía donde, según la Premier, se trató el encuentro como el evento deportivo del año. Con la salida de Cesc el Arsenal acentuó la dinámica de dominio infructuoso de los suyos y contraataques del Manchester, pero sin ocasiones. Una mano inocente de Clichy provocó un penalti que podía haber cerrado el asunto, pero a Rooney se le fue el balón a las nubes. No hizo falta: un gol iba a ser suficiente.