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LIGA DE CAMPEONES | REAL MADRID 4-AUXERRE 0

Entre Lass y Benzema

El 'hat-trick' de uno y la exhibición del otro, lo mejor del partido Dudek se retiró con una fractura en la mandíbula y le relevó Adán También debutó Sarabia.

<b>BESO DE AMIGO. </b>Lass es el mejor amigo que tiene Benzema en el Madrid y, después de su tercer gol, recibió como premio la felicitación de su compatriota.
BESO DE AMIGO. Lass es el mejor amigo que tiene Benzema en el Madrid y, después de su tercer gol, recibió como premio la felicitación de su compatriota.

Ayer fue la gran noche de dos futbolistas que, mucho antes que la nacionalidad, comparten personalidades complejas e imprevisibles: Benzema y Lass. Uno marcó tres goles de mérito creciente y el otro sostuvo el juego y el entusiasmo del equipo haciendo gala de un liderazgo que cuesta recordar en un centrocampista del Real Madrid. Si se exhibieron ante un rival francés no fue para zanjar ninguna cuenta pendiente, estoy convencido, sería demasiado predecible; fue por pura coincidencia o por conjunción astral, o quizá, más fácil, porque ellos quisieron y el enemigo ayudó.

Volveremos luego sobre esa peculiar pareja. Antes hay que reseñar la desgracia de Dudek, cuyo maxilar quedó maltrecho tras un choque fortuito con Contout. El polaco debió abandonar el campo en el minuto 45 y si el lamento es casi un aullido de lobo se debe a que estaba completando su mejor actuación en los once partidos que ha jugado con el Madrid en cuatro años. Los rayos X descubrieron luego una fractura, pero su dolencia ya estaba catalogada antes: mala suerte común. Al menos, y puestos a buscar un consuelo, Dudek se quita la etiqueta de gafe, pues es bien sabido que la pistola de los gafes siempre se dispara en pie ajeno, nunca en el propio.

Estrenos.

Para terminar de señalar a los protagonistas hay que hablar del apolíneo Adán, sustituto del meta noqueado, y del niño Sarabia, que disfrutó de casi 20 minutos de mucho de correr y de un balón pisado que tomaremos como una promesa, casi de amor.

El resto de meritorios a examen se manejaron en sus calificaciones. Granero dejó detalles, aunque fue más pródigo en las intermitencias, y ya hay razones para pensar que ese carácter inconstante le viene del colegio que ha compartido con Martín Vázquez y con este humilde cronista, servidor de ustedes. Tan concentrados estábamos en las enseñanzas de los padres Escolapios que nos distraemos con todo lo demás. Y Pedro León bien pudo ser compañero nuestro, que las sucursales escolapias se reparten por España.

A Diarra, el último de los nuevos, poco se le puede reprochar. Fue una digna compañía en el recital de Lass, la retaguardia de sus repliegues, el mejor testigo de su desdoblamiento corporal. Porque Lass ejerció anoche de creador y destructor, de capitán y guardiamarina. Su actuación le eleva tanto como pone en duda el papel de Khedira y sus méritos invisibles.

Pero vayamos al grano. El primer gol de Benzema cuenta para el hat-trick, pero poco para su rehabilitación moral. Cabeceó mal, cayó peor y al final le quedaron más ganas de dolerse que de celebrarlo. Disimuló. El segundo tanto fue de Cristiano, implacable, y dio por cumplida su noche. El tercero, otra vez de Benzema, estuvo a la altura de su prestigio: control orientado y tiro seco. El cuarto fue insólito tanto por su presión (insospechada) como por la ejecución, más un swing que una vaselina.

Otro hubiera festejado ese último gol con un catálogo de aspavientos, el niño acunado, el beso al anillo y la cucaracha. Benzema agitó el puño y casi se ruborizó. Así es él, distinto.