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LIGA BBVA | REAL MADRID 2 - VALENCIA 0

Cristiano Ronaldo alivia las penas del Real Madrid

Un doblete de Cristiano Ronaldo dio el triunfo a un gris Real Madrid, que se manejó sin brillantez alguna y con demasiada confusión. Pérez Lasa expulsó de forma injusta a Albelda y no pitó un penalti a Di María.

<b>DOBLETE.</b> Dos goles de Cristiano Ronaldo dieron el triunfo al Real Madrid.
DOBLETE. Dos goles de Cristiano Ronaldo dieron el triunfo al Real Madrid.REUTERS

Después de una decepción tan grande como la sufrida en el Camp Nou, no debería haber mejor terapia para el Madrid que vencer al Valencia, el tercero en una carrera de dos que es esta Liga. Pero como en el Real Madrid importan tanto las formas, el triunfo contra el Valencia sólo servirá para alegrar el cuerpo, pero no para aliviar el alma, que continuará atormentada y decaída, sin encontrar más motivos para huir de la depresión que esos tres puntos que empezó a ganar cuando el árbitro Pérez Lasa, que regaló otra lamentable actuación, decidió expulsar de forma injusta a Albelda. Ofreció con esa decisión una coartada al Valencia para justificar una derrota a la que también le condenó la falta de ambición de su entrenador, Unai Emery.

El juego del Madrid resultó confuso y desalentador toda la noche y los movimientos tácticos de José Mourinho no fueron más que alimento para ese desconcierto en el que se manejó su equipo en todo el encuentro. Comenzó con un trivote formado por Xabi Alonso, Lass y Khedira y concluyó con un centro del campo compuesto por Xabi, Lass, Mahamadou Diarra y Granero. Demasiadas precauciones, excesivas renuncias.

El Madrid comenzó aturdido, desconcertado por el desastre del que venía e inquieto por lo que le esperaba, por la nueva aventura que le tocaba afrontar. No fue un estado temporal, sino permanente y que no fue capaz de abandonar. Nunca encontró una línea fluida de juego, tuvo enormes dificultades para sacar el balón desde la defensa, con Tino Costa como sombra perpetua de Xabi Alonso, y en ataque apenas se mostró en el primer tiempo. Sólo la defensa, con Albiol y Marcelo a un gran nivel, estuvo a la altura de principio a fin.

No ayudó al buen funcionamiento del Madrid que Mourinho decidiera salir con un trivote, esquema táctico que tantos recelos despierta en el Bernabéu, que nunca se acostumbrará a ver a su equipo sin un delantero. El Madrid se abrigó en el centro del campo y quedó absolutamente desnudo en ataque. Casi tan desnudo como dejó Mourinho a Benzema, al que su indolencia ha vuelto a condenar al banquillo pese a ser el único delantero de la plantilla. Con esta decisión, el técnico portugués envió un triple mensaje. El primero, y más evidente, al propio Benzema, que deberá espabilar, si puede o quiere, para recuperar la camiseta de titular, privilegio que sólo ha disfrutado en una condición de interino. El segundo, para el club, al que reclama sin necesidad de decirlo en público un atacante. Y el tercero, para la afición, que ya sabe que en tiempos de dudas y de confusión lo primero será mirar hacia atrás y después, si hay tiempo, ya se buscará el ataque.

La maniobra táctica de Mourinho no mejoró al equipo, más bien al contrario, y el partido se desarrolló en medio de una confusión de la que no supo sacar provecho el Valencia, un conjunto al que le faltó ambición para hacer daño al Madrid en el primer tiempo. Cuando visita a los grandes, Unai Emery acostumbra a variar sus planes, a abrigarse en exceso. Esta maniobra nunca le dio resultado antes y tampoco esta vez. Quizá haya llegado el momento de que el técnico reconozca su equivocación y no limite ni la imaginación ni el talento de sus jugadores. Con libertad, la calidad suele fluir con naturalidad.

Mata dirigió las maniobras ofensivas del Valencia, bien escoltado por Soldado, y entre los dos, con alguna aparición demasiado intermitente de Joaquín, se bastaron para mantener en alerta al Madrid, que pese a su juego tan enredado disfrutó de las mejores ocasiones que se vieron antes del descanso. Acciones aisladas, nacidas del talento, pero no de un fútbol elaborado, que no existió.

Primero malgastó su oportunidad Khedira, al que un gran pase de Özil dejó solo ante Guaita, que triunfó en el mano a mano. No fue el mejor partido de Khedira, y ya son demasiados días grises los del centrocampista alemán, que vio su quinta amarilla y acabó sustituido por Benzema nada más comenzar el segundo tiempo. Se volvió a lucir Guaita poco después en un lanzamiento de falta de Özil. Estirada para la foto, pero que sirvió para alejar el balón. Y ya al filo del cierre un genial taconazo de Cristiano se encontró con el poste. Fueron tres ocasiones en apenas diez minutos que no sirvieron para ocultar lo que no fue, lo que no se vio. Fuegos artificiales en medio de la depresión.

El inicio del segundo tiempo fue esperanzador para el Madrid, que no tardó en perder la orientación, que sólo recuperó cuando se vio con uno más por la expulsión de Albelda, que recibió de forma injusta una segunda amarilla por tocar el balón con el hombro. A esas alturas ya estaba Benzema en el campo y el Madrid comenzó a presentar una imagen más reconocible.

También se había agrandado la figura de Guaita, que despejó con fortuna un tiro de Cristiano y le ganó un mano a mano a Di María, que se equivocó al intentar sorprender al portero con una vaselina.

Se agotó ahí la fortuna del Valencia, golpeado por la roja a Albelda y por la decisiones de su entrenador, quien renunció al talento de Mata para reforzar el centro del campo con Banega y lo que se encontró dos minutos después fue el primer gol del Madrid. Un gran pase de Özil lo aprovechó Cristiano para hacer el primero de la noche y relajar los ánimos de la afición, que comenzaba a inquietarse y se inclinaba ya sin disimulo más por los pitos que por los aplausos.

Mourinho no quiso ser menos que Emery y retiró a Özil para que Granero colaborara con Xabi y Lass en el centro del campo. Se vivió después un desconcierto general, en el que se viajó de un claro penalti de Miguel a Di María, no señalado por Pérez Lasa, a una gran ocasión del Valencia, que rozó el gol en un tiro de Joaquín que desvió Casillas.

Renunció completamente a las bandas el Valencia, con la entrada de Aduriz por Joaquín, y siguió el ejemplo el Madrid cuando Di María dejó su puesto a Diarra. Una vez más, le salió mejor la maniobra a Mourinho, aunque mejor habría que decir a Cristiano, que en un arranque individual cerró el partido con su segundo tanto. El Madrid sumó tres puntos, pero estuvo lejos de recuperar sus mejores sensaciones.