Internacional | El intrafútbol
El ala oeste de la familia Messi
Ema, Maxi y Leo comparten apellido materno (Cuccitini), oficio, los fideos de la abuela Celia y los triunfos en los picaditos de La Bajada.
Somos primos, pero no encontrarán nada de él en mí. Soy diferente y trabajo para ganarme mi sitio en el fútbol". Maximiliano Ariel Biancucchi Cuccitini responde serio a la misma pregunta que le formularon en Argentina, Paraguay, Brasil y ahora en México. A sus 27 años, es el mayor de los tres hijos de Marcela, hermana de Celia, mamá de Leo Messi. Maxi juega en el Cruz Azul mexicano al que llegó tras peregrinar por Tiro Suizo de Rosario, San Lorenzo, los paraguayos Libertad, Sporting Luqueño, General Caballero y Tacuarí y el Flamengo brasileño. Su carrera comenzó mal, en el primer entrenamiento con el Libertad sufrió una fractura de cráneo que necesitó una operación inmediata. "Nos preocupó mucho, pero Maxi es tenaz y ha acabado haciendo carrera", apunta Claudio, su padre. Maxi es padre de Valeria, Vale para la afición culé. La niña a la que Messi dedicó el 14 de marzo pasado los tres goles ante el Valencia porque nació prematura y acabó en la incubadora: "Fue lindo. Él le dedicó tres goles y yo marqué con el Fla".
Su hermano Emanuel, de 22 años, trata de hacerse hueco en la 2ª alemana, en el Múnich 1860. Allí llegó tras pasar por Abanderado Grandoli, Nuevo Horizonte, Tiro Suizo, Quilmes y Newell's. "Había visto partidos del 1860 en la Bundesliga y no dudé", apunta. Enganche zancudo, su zurda, y su pasaporte italiano, convencieron al técnico Ewald Lienen, ex del Tenerife, para darle la manija del 1860. Leo también le dedicó un gol ante el Atlético en 2008, señalándose los dientes por la fama de Ema de "colmilludo".
El ala oeste de la familia Messi lo cierra el tercer miembro de la saga Biancucci, y cuarto de la Cuccitini: Bruno, 14 años. El más parecido a Messi, aunque es diestro. Su madre Marcela afirma que es "más callejero que Leo", estudia en la misma escuela que su primo y es tan liviano como era Leo. También aparca su timidez con la pelota en los pies y tira paredes al viejo muro en el que se apoyaba La Pulga. Cuentan que los Cuccitini eran invencibles en los picaditos de La Bajada gracias a los fideos con salsa de la abuela Celia.