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liga bbva | atlético 2 - espanyol 3

Atlético de Madrid bajo cero

Partido eléctrico en el Caldéron. Mucho frío y ningún premio para un Atlético que se sintió perjudicado por Teixeira y chocó contra un Espanyol organizado, resistente y muy efectivo.

<strong>DERROTA DEL ATLÉTICO.</strong>
DERROTA DEL ATLÉTICO.

Una noche fría, muy fría, y con los adornos de Navidad recién estrenados en Madrid. Temperaturas en picado y síntomas de crudo invierno. Noche de manta y estufa para unos pero también de fútbol para los que se atrevieron. Y buen fútbol: si el clima podía sonar a coartada o previsión de partido congelado, no hubo nada de eso. Por el Calderón pasaron dos equipos que pueden decir, al menos esta noche, que aspiran de forma legítima a ganarse la próxima Champions League.

Hay dos portaaviones (una pista: se enfrentan el lunes) que juegan su Liga particular. Y hay un racimo de equipos que aspiran a cazar los puestos tercero y cuarto, premios gordos en el campeonato bipolar. Villarreal, Valencia, Sevilla si inventa un exorcismo y también Atlético y Espanyol. Lo dice la clasificación y lo dijo el Calderón en un partido bravo en el que el Espanyol enseñó estilo primero y sobrevivió después y en el que el Atlético recibió un castigo excesivo para sus méritos. Si no le sobró fútbol sí tuvo corazón para rebelarse contra un cúmulo catastrófico de desgracias. Perdió y objetivamente cedió terreno con un rival ahora mismo directo. Pero donde otras veces se le critica la insignificancia esta vez hay que alabarle el espíritu y el hambre. Pero perdió. Porque tuvo poca puntería, escasa definición en la elaboración y lagunas defensivas. Pero también porque tuvo mala suerte y porque se sintió, no sin razón, agraviado por la actuación de Teixeira Vitienes.

Lo dicho sobre el Atlético no resta mérito al Espanyol, que transita por un lugar de la clasificación que no le debería corresponder tras trece jornadas pero que se ha ganado a pulso y con toda justicia. Y si llegó al Calderón con el lunar de un único gol como visitante, encontró tres en la gélida ribera del Manzanares. Tiene plan, tiene un trabajo exhaustivo de Pochettino (en todas las parcelas) y tiene líderes espirituales (Kameni, Luis García), fichajes certeros (Osvaldo) y lujos extraídos de la cantera (Amat, Dídac, Javi Márquez...). Un equipo de mérito y con mayúsculas que salió mandón, controló y se adelantó, ejecutó su plan durante media hora y sobrevivió después al empuje visceral del Atlético a base de orden, paradas de Kameni, espíritu resistente y sentido de la contra y sobre todo de la oportunidad. Desde su prisma y en absoluta pureza, un triunfo de muchos quilates.

Pero la sensación general del partido, el tono, es que al Atlético se le negó esta vez lo que otras veces consigue con mucho menos. Empató dos veces y se encontró siempre con otro gol en contra. Fue generoso con las líneas lanzadas, en la movilidad y la presión, y buscó y buscó. Si la fortuna le hubiera sonreído se hubiera marchado radiante. Tiene problemas, lagunas atrás y atascos en la creación, y tuvo actuaciones poco brillantes de Mario Suárez, Filipe Luis o Forlán, que se redimió en una excelente asistencia a Agüero en el segundo empate. Discutió el penalti por manos de Reyes que costó el 0-1 y pidió falta a Perea en la acción del 1-2. También reclamó una miríada de decisiones más o menos menores, la más grave una posible roja a Amat por plancha a Tiago. Pero con todo eso no se abandonó al lamento. Llevó el partido al precipicio y la ida y vuelta, a su terreno, braceó con la movilidad de Reyes y Simao, la insistencia de Agüero y la intensidad de Ujfalusi por la derecha. Tuvo muchas ocasiones, disparó desde todos los ángulos, puso en órbita a un Kameni felino y lo intentó hasta el final aunque se encontró un gol en contra cada vez que parecía cerca del premio.

El partido fue vertical, vertiginoso. Sólo viajó en velocidad de crucero cuando controló el balón el Espanyol, en el primer tramo. Después hubo de todo. Llegadas, golpes, rabia, gestos de calidad, goles y polémica hasta la tangana final en la que fue expulsado Quique Sánchez Flores. Un vistazo rápido y más lineal llevaría del penalti (muy dudoso) transformado por Luis García al empate al filo del descanso, remache de Tiago tras paradón de Kameni. Y de ahí al gol de Verdú tras error de Perea (¿posible falta?) y De Gea, que no atrapó un balón blando. Y de ahí al empate de Agüero, remate de clase tras asistencia de clase de Forlán. Y de ahí, en plena tormenta, a un gol tremendo de Osvaldo, que enganchó a la escuadra un centro de Luis García. Y de ahí a la desesperación del Atlético y un final feo y crispado para un partido bonito y crispado.

Ganó el Espanyol y ya tiene, ya lo tenía, permiso para creer y soñar. Para olvidar apreturas pasadas y disfrutar de los réditos de su trabajo. Joven y valiente, el equipo de Pochettino es una alternativa fresca e inesperada en la zona de jerarquía europea. Perdió el Atlético y sólo le queda seguir trabajando, esfumado el sueño de la tercera victoria seguida, casi una quimera para este equipo. El objetivo sigue siendo la Champions y sus armas siguen siendo, siempre en conflicto con sus defectos, de primer nivel. Queda demasiado por delante como para abandonarse a la nostalgia de la fría noche en la que el invierno llamó a la puerta del Manzanares.