El arte evoluciona: del tacón de Guti a la espuela de Özil

Seamos académicos. La diferencia entre tacón y espuela se determina por la altura del balón en el momento del golpeo. Si la pelota está en contacto con la hierba es taconazo y si vuela, espuela. De espuela fueron los goles de Di Stéfano a Bélgica, Valladolid y Espanyol, antecedentes del escorpión que practicaba Hugo en los entrenamientos y culminó Higuita en Wembley.

Aclarados los términos, la inevitable comparación entre la espuela de Özil ante el Ajax y el taconazo de Guti frente al Deportivo hay que centrarla en un fenómeno físico: uno y otro tienen ojos en el cogote. Esa es la última similitud entre dos futbolistas muy similares, si bien las ojeras del alemán son de nacimiento.

La siguiente coincidencia es cósmica. Ambas acciones fueron rematadas a gol por Benzema, que ni juega mucho ni marca tanto. Sin embargo, habrá que pensar que el francés emite en la misma frecuencia que los genios (Mesut, José María, Florentino...).

No hay duda de que las jugadas son excepcionales, pero diferentes. Guti (recuerden) pudo marcar y optó por el arte; Özil tuvo la posibilidad de controlar y prefirió la asistencia. Uno pensó un segundo y el otro medio. El español estaba libre de marca y el germano acuciado por Anita, que en este caso es un futbolista.

Cuesta decir qué pase fue mejor. El mérito de Guti estuvo en la ocurrencia inesperada y el de Özil en el toque preciso, realizado en pleno vuelo y con Anita cariñoso. Tampoco es importante establecer un ránking. Además sería precipitado. Özil tiene diez años para recorrer las huellas de Guti y Guti muchos días (y noches) para indagar en las esencias turcas de Özil. Lo suyo son vidas paralelas y talentos convergentes: zurdos, intermitentes, geniales y ojerosos, uno con origen en Turquía y el otro con destino allí...