Liga BBVA | Valencia
"Me encantaría marcar mi primer gol ante Capdevila"
Ricardo Costa pasa revista a su rifirrafe con Capdevila en el Mundial de Sudáfrica horas antes de verse las caras de nuevo con el lateral del Villarreal. Pero el luso habla de muchas otras cosas, entre otras de Mourinho.
A Ricardo Costa le costó tanto que le dejaran salir del Wolfsburgo como al principio de su aventura germana hacerse a la idea de vivir en Alemania. "De todo lo que me ha pasado en mi vida, lo más difícil fue adaptarme al día a día de allí". Hace ahora un año los dirigentes del Wolfsburgo le metían presión para que renovase, aunque tenía claro que los días de frío y lluvia habían terminado para él. Pasó de titular a suplente y veía peligrar el Mundial de Suráfrica. Los germanos incluso negociaron por su cuenta su futuro. "Tenían un acuerdo con el Galatasaray para traspasarme en enero por dos millones pero yo no me quería ir a Turquía". Tenía otras ofertas que le motivaban más, como las del Sevilla, Getafe... y Valencia. Pero en aquellos días, principios de diciembre, Ricardo Costa lo que quería era jugar a corto plazo para estar con Portugal en la cita mundialista. Dicho y hecho. En el Lille se sacó el billete para estar con su selección y fue en la cita del pasado verano cuando en su vida se cruzó por primera vez Joan Capdevila, rival mañana en El Madrigal en el derbi ante el Villarreal y futbolista por el que fue expulsado y sancionado con tres partidos por la FIFA "sin merecer ni tan siquiera haber visto la roja".
España eliminó a Portugal ("quién lo diría viendo este partido", comentaba Ricardo Costa a AS al son que Casillas encajaba goles en el amistoso del pasado miércoles) en un día en el que comenzó a forjarse una rivalidad que vivirá mañana un nuevo capítulo y tiene pinta de ser de por vida. Porque hay heridas que no siempre el tiempo cura y la eliminación de un Mundial por "un simulacro" puede ser una de ellas. "La verdad, no sé si le daré la mano", comenta sin pelos en la lengua el portugués al hablar de Capdevila. A Ricardo Costa lo que menos le gustó fue que el lateral izquierdo del Villarreal "nunca reconociera ni tan siquiera que no le toqué". ¿Venganza? "Me encantaría marcarle un gol" y se calla, aunque la frase bien podría terminar con un: 'y dedicárselo'. Eso sí, también quiere dejar claro que en su primer derbi El Madrigal "jugará el Villarreal contra el Valencia, no Costa contra Capdevila, porque esto no es un deporte individual, aunque todos merecemos un respeto".
La historia de Ricardo Costa es la de un chaval que fue creciendo en la cantera del Boavista. Entró siendo un niño con seis años y salió con cuerpo de hombre a los 18. Allí conoció a su mujer -quien jugaba en el femenino del club "y que entrenaba después de nosotros, por lo que me pasaba el día en los campos de entrenamiento"- y de aquella etapa de viene uno de sus objetivos cuando cuelgue las botas: "Dirigir una academia para enseñar a los niños". Pero con 18 años le sucedió lo que les pasa a todos cuantos chavales destacan en la cantera del Boavista: que llegó el club rico y santo y seña de la ciudad, el Oporto, y previo pagó de los derechos de formación fichó al central -"con seis años me colocaron en la defensa y ahí sigo"-.
Unos años con Mourinho de entrenador, unos cuantos títulos a su palmarés (ligas, UEFA y Champions, entre otros), una final de Supercopa perdida contra el Valencia en Mónaco y maletas preparadas para probar fortuna en el extranjero: Alemania, Francia y ahora España. "De Valencia me convenció el proyecto, ¿la ciudad? Cuando uno ha estado en Alemania, cualquier lugar con algo de sol parece el paraíso".
Por todos es sabido que Ricardo Costa estuvo un fin de semana en Valencia en el mes de mayo. "Entonces ya tenía un acuerdo con el club, pero me invitaron para buscar casa y un colegio para mi hijo". Lo hizo curiosamente el mismo fin de semana en el que también estuvo en Valencia Gignac, aunque uno estuvo en el hotel Westin y otro en Las Arenas. "¿Quién? Ni nos vimos". Lo que sí recuerda es que aquel fin de semana le pilló de pleno los problemas aéreos provocados por la nube de ceniza del volcán islandés Eyjafjalla. "Tenía un vuelo para Lille y llegaba con el tiempo justo para entrenar y en el aeropuerto me dijeron que teníamos que aterrizar en Bruselas. Nadie sabía que estaba en Valencia y podían haberse molestado, aunque llegué a tiempo", comenta a modo de anécdota.
Ricardo Costa confiesa que ha encontrado en Valencia y en el Valencia "todo cuanto buscaba". Hace vida monacal -el día de la cena de Unai Emery a las doce estaba en casa, como confiesa su propia esposa- y al compás de los horarios de su pequeño Gabriel, de cuatro años, quien juguetea con cinco coches y un camión mientras su padre nos cuenta sus aventuras y desventuras. Por cierto, un secreto, ¿saben con qué música se motiva el luso? Con la de Rocky: 'Ojos de tigre'
De entre sus primeras frases como blanquinegro, una que dio mucho que hablar, también en el vestuario, fue: "Mourinho y Emery son muy similares". Entre plato y plato de la cena con el Tridente, Ricardo Costa argumenta tal comparación, porque sigue pensando que lo son: "Son organizados, cuidan hasta el mínimo detalle, las nuevas tecnologías, saben lo que quieren, un estilo propio... Mourinho y Emery son igual de trabajadores, la única diferencia son los títulos y determinados métodos, como la forma en la que Mourinho saca provecho de una rueda de prensa".
El defensa central está encantado con todos y cada uno de sus compañeros del vestuario ché, aunque de alguno de ellos habla como si fuera su representante. Como de César Sánchez, "un ejemplo para todos en cada entrenamiento"; o de Albelda, "quien tiene un sentido de la colocación difícil de encontrar en el fútbol y que hace más fácil el trabajo de los centrales"; o de Mata o Vicente, "dos jugadores con una calidad exquisita". De los centrales prefiere no hablar, aunque en otro momento de la tertulia confiesa que "si todos pelearemos en cada entrenamiento como lo hace Dealbert, al equipo le iría mejor todavía". Porque Ricardo Costa, pese al bache de cuatro partidos sin ganar, es de los que piensa que la temporada "va por buen camino".
Al luso le parece idónea la apuesta de fútbol que les pide Emery. "Tenemos orden de jugar el balón, de sacarlo siempre que podamos controlado y que no lo rifemos". Por ello no entiende determinadas protestas del público de Mestalla como la del pasado domingo, cuando al ver que no tenía opción buena de pase "opté por pasársela a Moyà para que los laterales pudieran de nuevo abrirse y comenzar de cero otra jugada". Eso sí, Ricardo Costa quiere que conste en acta lo siguiente: "Todos queremos hacer jogo bonito... aunque no hay mejor filosofía que la de ganar, porque cuando ganas, conseguir lo demás es más fácil".
La conversación va adentrándose en estrategias, tácticas y rotaciones. El luso confiesa que ha pasado del cielo a la tierra en lo que a fútbol se refiere con su salto de la Bundesliga a la Liga. "Allí los laterales apenas se separan de los centrales y aquí están más arriba que abajo", comenta entre risas. Lo que también nota es que en España los delanteros tienen "un plus de calidad" y diferentes "virtudes" más allá del cuerpo a cuerpo de los germanos. Ricardo Costa es de los que estudia al detalle a los delanteros, "más cuando nunca me he enfrentado a ellos". Este año un 'desconocido' le ha sorprendido: Rondón, del Málaga. Pero a quien sí conoce y bien es a Rossi y Nilmar.