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Liga BBVA | Racing 0 - Espanyol 0

Kameni salva un euro-punto

Detuvo un riguroso penalti, en la misma línea del área. El Racing reclamó otra pena máxima de Forlín, en el añadido. Amat estuvo sensacional

<b>DE VACÍO. </b>El sueco Rosenberg sigue negado con el gol. Ayer tuvo otra oportunidad solo, mano a mano, frente a Kameni. Aquí, Forlín intenta frenar su disparo desde la frontal.
DE VACÍO. El sueco Rosenberg sigue negado con el gol. Ayer tuvo otra oportunidad solo, mano a mano, frente a Kameni. Aquí, Forlín intenta frenar su disparo desde la frontal.

Otra vez la actualidad de Racing y Espanyol hay que describirla desde los once metros. Si ante el Córdoba, en Copa, los de Santander quedaron eliminado por una pena máxima en el minuto 119, ayer vieron una a favor y pidieron otra. Una decisión con la que podía haber tumbado al Espanyol y, de paso, maquillar sus crónicas torpezas. En la acción, Forlín trabó supuestamente a Bolado hasta derribarle en boca de gol. Vista la mala puntería de Ariel en el primer penalti del día, no se calculan las consecuencias finales de la posible ejecución: tres puntos para el beneficiario o más galones para Kameni. Para el Espanyol, de hecho, los penaltis en contra se han convertido en una bendición: dos detenidos en una semana, el de ayer y el que Cristian paró en Copa.

El Racing venía de estrellar sus ilusiones contra el camerunés en el primer tiempo. La que sí tuvo opción de materializar, mereció el gol. Por la exquisitez previa. Cisma recorrió su carril como hace tiempo que nadie lo hacia. Regateó a Javi López tras simular un centro y fue derribado sobre la línea que separa la multa de la condena. Ariel fue veloz hacia el balón. Como jamás lo había hecho antes para encarar o defender. Rosenberg le hizo un guiño para coger la responsabilidad. Por galones y calidad. Pero el argentino no cedió. Agotado el comodín de la lógica, Markus echó mano de Portugal, y tanto éste como el público le designaron lanzador. Ariel insistió con egoísmo, ya que si algo no tenía a esas alturas de partido era fe para tirar y confianza para regalar. Como premio obtuvo un fallo garrafal: lanzó al centro con la misma ligereza con la que las ilusiones cántabras se esfumaron. Como secuela, se llevó la bronca popular y el arresto en el vestuario.

Reacciones.

El gazapo terminó por castigar a Ariel, con el que el Racing no hilvana y sólo despeja. De ahí que la entrada de Bolado coincidiera con los mejores minutos del Racing y los de más cansancio en el Espanyol. Equilibradas las fuerzas, también se repartieron las ocasiones. Osvaldo de cabeza y Rosenberg en un mano a mano hicieron héroes a los porteros.

Polémicas y desviaciones de olfato aparte, el resultado sólo agradó al Espanyol. En primer lugar porque el empate le sigue dejando en un lugar privilegiado. Pero, sobre todo, porque asienta sus bases y confirma una mejoría respecto a tiempos recientes. Todo lo que hace lo desarrolla con una seguridad envidiable. Por eso, ausente Víctor, emerge Amat brillando.

La disposición perica, sobre todo durante la primera media hora, fue una exhibición. Pochettino atascó la salida del balón del Racing y sacó a relucir las numerosas carencias técnicas de algunos jugadores locales; que no pasan el balón al compañero, sino que se lo quitan de encima porque quema. Diop fue otra vez el abanderado de este defecto, haciendo recapacitar a su público cuando entraba en juego: si todos los equipos tienen un pivote creativo, ¿por qué éste no?

Los mejores detalles volvieron a llevar la firma de Rosenberg. Su especialidad. Sin embargo, el sueco empieza a autoconvencerse de que no es goleador. Para contrarrestar su insistencia, el Espanyol amenazó con velocidad. Así deleitó con una contra originada atrás, endulzada por Luis García y finalizada sin tino por Callejón. El Espanyol era más equipo. Por idea y regularidad. Mientras, el Racing seguía viviendo a impulsos. Pasa del silbido a la ovación en segundos y, en esa falta de continuidad, se labran sus dudas y respira el adversario. Si el Espanyol no hizo más sangre fue por su miedo a arriesgar. Por cierto temor a las alturas. Quizás sepa remediarlo cuando entienda que se encuentra en el lugar que merece. Una mejoría que también le llegará al Racing el día que Portugal comprenda que un lateral no puede ser infinitamente más técnico y mejor pasador que el cerebro. O, también, al dejar claro que los penaltis son para los especialistas y no cosa del hambriento de gloria.