¿Quién ríe el último?

Las posiciones de Zaragoza y Betis en sus ligas indican que en esta eliminatoria la distancia es discutible. Sí, hay una frontera material entre Primera y Segunda, pero la condición histórica del Betis y su trayectoria en estos dos meses y medio lo convierten en un segunda de palo. El Zaragoza fue el primero en reír en Heliópolis, pero el unocero siempre ha ocultado un revés peligroso. Los dos quieren ganar: el Zaragoza, para cerrar la eliminatoria de un portazo y seguir en su crecimiento anímico. El Betis, porque no rinde las armas antes de hora.

En las dos semanas que han pasado desde la ida (resuelto de penalti por Gabi, el hombre del momento en Zaragoza) han sucedido un par de variaciones considerables en el escenario. El equipo de Gay entró en cuarto creciente con aquel triunfo y desde entonces empató en Mestalla y le ganó al Mallorca. Su entereza moral se ha multiplicado y eso siempre afecta de manera positiva al fútbol y la predisposición. En el Betis no ha habido ganancia, sino la pérdida de Achille Emana, el tótem de este Betis. Jugador fundamental, claro, pero no tanto como para desdeñar el poderío del equipo de Pepe Mel sin su concurso.

Cambios.

El entrenador verdiblanco concedió en la ida una alineación especulativa. A la vuelta va a corregir el tiro y hoy jugará en La Romareda con no menos de ocho o nueve titulares. La falta de Emana concede espacio en el once a Jorge Molina, que va a afilar la punta con Rubén Castro, el ex del Huesca. Chechu Dorado, formado en la Ciudad Deportiva, estará de central. No así Caffa, de regreso al estadio en el que jugó hace dos años.

En el Real Zaragoza, Gay está pendiente hasta hoy de Lanzaro, Obradovic y Jorge López. Su concurso parece complicado y eso permitiría algunos cambios y oportunidad para Edmilson, Boutahar o Pintér. En cualquier caso, el técnico ha trabajado contra cualquier exceso de confianza. Quiere ganar. Quiere que su equipo sea creciendo y que la sonrisa le dure unos días más.