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Liga de Campeones | Grupo C | Valencia-Rangers

Primera final en Mestalla

El Valencia debe ganar al Rangers para depender de sí

Miguel Á. Vara
Actualizado a
Soldado y Andy Murray, ayer en la Ciudad de las Artes y las Ciencias
agencia

Más de mil días hubo que esperar para que el Valencia regresara a la Champions. Todos los esfuerzos de las dos últimas temporadas estuvieron dirigidos a volver a esta competición y su llegada fue celebrada. Por eso, despedirse, o casi, de ella a las primeras de cambio, al mísero cuarto partido, sería imperdonable. Como institución, el Valencia no puede permitirse salir de la Liga de Campeones ya, ni ante este rival ni a estas alturas. El prestigio que tanto costó ir ganando no se puede dilapidar con una derrota hoy. Ni siquiera un empate, la Champions exige derrotar al Rangers, volver a depender de uno mismo para cumplir con una meta y saldar una deuda necesaria. Porque la última vez que los ches cayeron en la liguilla se desencadenó una crisis de la que se tardaron tres años en levantar cabeza.

Pero no sólo el futuro de la institución está en juego esta noche. Imagino que César (39 años) no querrá despedirse de un torneo del que fue campeón de esta manera, ni Vicente y Albelda cerrar (si no renuevan) su periplo de Champions como ches con otra decepción. Cabe suponer también que cuando Bruno o Mathieu aterrizaron en Mestalla soñarían con saborear esta competición tras una carrera discreta. Lo mismo le debe ocurrir a Tino Costa y a Aduriz, que llegaron al calor de participar en la Liga de Campeones. Tampoco entra en la cabeza que Mata, Topal o Pablo no quieran labrarse un palmarés en la competición que es la madre de todas o que el capitán Navarro quiera salir otra vez por la puerta de atrás de la Champions tras hacerlo en su día por manotearle la cara a Burdisso. En resumen, que a todos le sobran los motivos para lograr un triunfo que permita depender de sí mismos. también se la juega Emery, debutante en la Champions y que podría ver cómo el logro que supone participar puede convertirse en una tumba en caso de caer antes de tiempo.

Cuestión de orgullo.

El técnico también se la juega y, no lo olvidemos, la grada está en la misma tesitura porque queda muy bien ser el primero en la cola de las entradas para la final, pero no hay final que valga si antes no se cumple en la liguilla. La final es aquí y ahora, ante un Rangers ultradefensivo, y no se trata de sistemas, dibujos, rotaciones o cambios. Se trata de amor propio, orgullo y ganas de llevar al Valencia donde se merece, al siguiente escalón continental.