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Filippini: un viejo rockero es el peor pagado del calcio
Antonio Filippini es todo un personaje del calcio. Centromediano del Brescia, vive del sobresueldo que se saca gracias al rock.
Antonio Filippini es un tipo peculiar. "Mi cometido en el fútbol es correr por otros. No entro a valorar si me gusta o no. Lo hago y me pagan por ello. ¿Marcar goles? En mí, suena obsceno". Quizás por ello nunca perdió la compostura celebrando alguno de los 30 tantos marcados en sus más de 500 partidos. Profesional: beso al escudo y dedicatoria al público. Bresciano como Pirlo ("él toca el piano, yo lo acarreo"), es una eminencia en el oficio más sórdido del calcio: el de centromediano. Un gregario áspero de dudosa ética y peculiar código de honor como Picchi, Rattin o Stiles. Antonio, que detesta que le llamen Toni ("los diminutivos son para los blandos"), se ha granjeado un prestigio entre los sicarios de la medular pese a su 1,68 y 70 kilos. Gattuso le idolatra desde que, junto a su gemelo Emmanuele, formase una de las parejas más terroríficas del fútbol italiano. Cuentan que cuando jugaban en el Ospitalleto los campos de la Lombardía se llenaban de niños para ver en acción a los feroces 'Gemelli Filippini'. Pirlo, que entonces contaba con 13 años, era uno de ellos.
Hace meses, con 38 años y 20 temporadas a la espalda, Antonio colgó las botas en el Livorno y se marchó a su ciudad natal a celebrar el ascenso del Brescia, cuya camiseta ha vestido 12 temporadas. Semanas después, el club notificaba a su entrenador que no tenía dinero para fichar a otro centrocampista, a lo que el técnico respondió: "Vayan a llamar a Filippini y ofrézcanle lo que tengan. Dirá que sí". Le ofrecieron 50.000 euros y Antonio aceptó, convirtiéndose en el futbolista peor pagado de la Serie A. "Hablar de dinero es una ordinariez", respondió al rubricar su contrato. Sólo puso una condición: "Quiero alguna tarde libre para ensayar con mi grupo (Le Triglie Rock)". Hoy Antonio oficia de futbolista por la mañana y de noche se saca un sobresueldo versionando a Springsteen. Un viejo rockero del fútbol al que un día Lippi quiso llevar a la azzurra. Y Pirlo, cuando vuelva a cruzarse con él en el campo, huirá de nuevo atemorizado lo más lejos posible. Como cuando era niño...