Manzano empieza en un templo: el Westfalen

Dortmund, ciudad de fútbol, vive orgullosa de su equipo. Al fin, el gran Borussia está de vuelta. Se palpa en Kampstrasse y Westenhellweg, las grandes arterias de la ciudad. Y se palpa en la habitación 320 del hotel Hilton, donde Gregorio Manzano prepara su primer plan como técnico del Sevilla. Es su primera noche europea 26 años después de empezar. Le toca debutar en un templo. Porque la fama la gastan los infiernos griegos o turcos, pero el Westfalen (hoy rebautizado como Signal Iduna Park) arde, se cae encima de los jugadores. Quien ha estado allí lo sabe. "Vi pocos ambientes así, y eso que era un amistoso", recuerda Zokora. Así que si el Sevilla quiere seguir vivo en Europa, si quiere seguir siendo grande en Europa, está obligado a recuperar noches mágicas como las de Eindhoven, Glasgow, Donetsk y White Hart Lane. De hecho, el Sevilla está concentrado apenas 35 kilómetros de Gelsenkirchen, la ciudad donde se empezó a cimentar su leyenda en las semifinales de 2006 ante el Schalke 04.

Intratable. El Dortmund ha ganado sus últimos cinco partidos y está batiendo los registros de su mejor época con Hitzfeld (el equipo campeón de Moller, Kholer, Ricken, Julio César, Riedle, Sammer, Paulo Sousa). Un bloque jovencísimo, un goleador (Barrios, la Pantera le llaman en Dortmund), un toque exótico (Kagawa) y una afición enganchada con su equipo. Pero el Sevilla todavía es el Sevilla. Y hoy le añade a Jesús Navas, entre algodones desde que se lesionó hace 15 días ante el P SG en el primer partido de esta fase de grupos. El de Los Palacios quiere jugar, Manzano está por la labor y todos saben que no es el día para reservarlo. Navas, el campeón del mundo, es el futbolista más respetado en Dortmund. Lo español está de moda. Manzano, que ha prohibido las entrevistas en la concentración blanquirroja, duda: si un 4-4-2 con Kanouté y Luis Fabiano o poblar el centro del campo: el Dortmund juega un 4-5-1. La primera elección es política pero suicida. La segunda, todo lo contrario. Martín Cáceres también se ha recuperado. Jugará el mejor once del conjunto sevillista, con el mejor entrenador que le quedaba en el mercado, en el mejor escenario posible y a 35 kilómetros del lugar en el que empezó a hacerse grande su leyenda. Que hable el Westfalenstadion.