Tres balas, dos goles

Fue tan contundente la victoria del Málaga que muchos aficionados ya salían del estadio a un cuarto de hora de acabar el partido. Tuvo tanta verdad el triunfo del Málaga que nadie lo rechistó.

El Málaga vive a toda velocidad. Tiene a Quincy, Eliseu y Rondón. Son un ciclón. Si te pillan a la contra ya te puedes dar por muerto. La solución es rezar o liarte a infamantes patadas con ellos, que ni es lo ético ni lo aconsejable si deseas acabar con los once en el campo.

El Málaga tiene una estrategia bien definida, que por muy simple que pueda parecer es letal. Se parapeta atrás, espera al rival y cuando le roba el balón sale como un tiro en busca de la portería contraria. Para correr tiene tres balas, Quincy, Eliseu y Rondón. A los 10 minutos de partido, en la primera galopada Quincy se plantó solo en el área. Codina le paró el disparo, el rechace lo recogió Apoño y el remate de éste lo sacó milagrosamente Cata Díaz justo ya en la línea de gol.

Era un aviso y el Málaga no mentía, porque repitió la misma jugada una y otra vez. El Getafe quería mover el balón pero sólo lo hacía acertadamente en la medular. Un poco más allá, ya en terreno comanche, ni Casquero, ni Parejo, ni Manu se movieron con acierto para encontrar a Colunga, que apenas pudo probar al portero Rubén, quien ayer debutaba como titular.

Estudiar al rival no significa saber cómo pararle, y a los 26 minutos el Málaga volvía a marcar, esta vez Rondón, pero en fuera de juego que fue sancionado. A los 39, la ocasión correspondió de nuevo a Quincy, un holandés nacido en Guinea que tiene la virtud de alejar a sus rivales en la misma medida que él se acerca al área. Es rapídisimo y así se plantó solo ante Codina, agachó la cabeza y pegó al balón tan duro como para descoserlo, pero afortunadamente para el portero getafense el balón fue al medio y lo pudo desviar a córner. Sumaba ya tres ocasiones el Málaga y el Getafe ninguna.

Con Rondón, Eliseu y Quincy, el portugués Ferreira juega como los trileros de la Gran Vía. Mueve los cubiletes de unlado a otro a toda velocidad y el rival tiene que adivinar dónde está la bolita.

En la siguiente ocasión, la bolita estaba escondida en el cubilete de Rondón, un joven venezolano de 21 años, alto y corpulento (1,89 metros), que dejó atrás al Cata Díaz en carrera y marcó el 0-1 de tiro cruzado.

El Getafe busó el empate, pero cuanto más huecos dejó atrás, más espacio para Quincy y sus compinches, mayor peligro. Al Geta le cayó el segundo como le pudo caer el tercero, y el cuarto y el quinto. El Coliseum pitó al Getafe y aplaudió al Málaga, que se gana desde ya el cartel de visitante más peligroso de la Liga.