El Athletic no tuvo enemigo

Noche plácida para el Athletic, que no tuvo que desmelenarse, ni mucho menos, para dar cuenta de un Mallorca deprimente que acabó hincando la rodilla por culpa de dos lances un tanto ridículos, un despiste colectivo y un penalti absolutamente evitable. Al margen del modo en que llegaron los goles, muy poco hicieron los de Laudrup para evitar la derrota, mientras que del Athletic hay que destacar su ambición y la alegría que trató siempre de imprimir a sus evoluciones.

De acierto no anduvo muy sobrado el anfitrión, cuestión que compensó a base de insistencia. Perseveró el Athletic en un estilo más combinativo que facilitó el corte de los jóvenes Igor y Muniain, atentos para correr a los espacios. Descargado Llorente de la máxima responsabilidad en ataque, con un juego más variado, fue minando la oposición de un Mallorca excesivamente contemplativo, conformista, incluso con el marcador en contra, tal y como lo prueba el hecho de que sólo se cobrase un remate a portería, flojo y a cargo de Nsue, probablemente su mejor elemento.

El primer triunfo rojiblanco en San Mamés cayó casi por pura inercia: el Athletic fue el único que buscó el éxito. Laudrup tiene labor por delante.

De entrada llamó la atención el criterio utilizado por Caparrós para afrontar la segunda de las tres citas de la semana. Laudrup fue más comedido a la hora de refrescar su once, mientras que enfrente casi lo único que no se tocó fue la zaga. Los rojiblancos comparecieron con una formación que cabría tildar de experimental, con Llorente rodeado de gente muy poco habitual en la titularidad.

Fuera o no por ello, el encuentro arrancó equilibrado y con dos disposiciones bien definidas: mientras el Athletic trataba de imprimir ritmo y llevar la iniciativa, el Mallorca aguardaba en su terreno para explotar la contra. La voluntad local apenas dio para un par de remates lejanos en la primera media hora. A Iturraspe, sustituto de Orbaiz, le costó un rato coger el sitio y los extremos chocaron con las coberturas de Nunes y Ramis.

El Mallorca, que fue alargando sus posesiones, tampoco dio muestras de decisión para llegar hasta Iraizoz. Tocaba y tocaba para terminar reculando.

La jugada tonta.

La lógica tendencia al cerocerismo pudo romperse cerca del intermedio tras una pared entre Igor y Llorente que permitió al chaval presentarse en el área en ventaja. Aouate repelió con seguridad el remate cruzado a media altura. Y cuando todo invitaba a catalogar el primer período de anodino y, en apariencia, a valorar su desarrollo como del gusto del Mallorca, vino la jugada tonta, que a la postre fue decisiva.

David López avanzó por el lado derecho, se frenó para perfilarse y lanzar un centro con la izquierda y el mismo se coló mansamente pegado al segundo poste después de que nadie acertase a interceptarlo, ni Llorente ni los centrales, quienes con su amago lo único que consiguieron fue despistar por completo a Aouate.

Discurría por similares derroteros la segunda mitad, con el Athletic más ofensivo y sin reacción en el Mallorca, pero anoche quedó claro que no era necesario nada extraordinario para que el marcador se moviese: un saque de banda que Llorente no logró peinar golpeó en el brazo de su marcador, Nunes. El árbitro señaló los once metros y San José transformó con suficiencia dejando el partido sentenciado. Aún restaba media hora, pero los de Laudrup hubiesen precisado de dos horas más para generar peligro. Su nula intención ofensiva resultó muy decepcionante.

El Athletic coleccionó al menos tres llegadas nítidas más y Aouate ya no pudo evitar en tiempo añadido el tercero, que premiaba el afán por agradar de un equipo que se fue creciendo ante tantas facilidades. De antemano nadie hubiese apostado a que sería tan fácil ganar este partido y menos con el equipo B.