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Un Atlético supercampeón

Partidazo para la historia del equipo rojiblanco, que conquistó la Supercopa de Europa. Reyes y Agüero marcaron los goles y De Gea paró un penalti en el último minuto. El Inter fue muy inferior.

Luis Nieto
Un Atlético supercampeón

El Atlético coronó ayer el techo de Europa con una autoridad que le negaban los pronósticos de la víspera. Gracias a los goles de Reyes y de Agüero y a un juego inteligente, ordenado y sin equivocaciones fue minimizando al Inter hasta hacerlo desaparecer para proclamarse supercampeón continental y acabar con el sueño 'neroazzurro' de replicar los seis títulos del Barça en una temporada. Quique entrará en la historia con todo merecimiento y con el mérito añadido de que consiguió más con menos.

El Inter tiró de currículum en el arranque. El baño de gloria de sus futbolistas en la gala de la Champions del día anterior obligaba al arrimón inicial que quedó resumido en un inquietante disparo de Diego Milito, desviado por la zaga atlética. Pero en el minuto 7, Agüero estuvo a punto de fusilar a quemarropa a Julio César, tras un centro con intención de Simao. Lo evitó Chivu, quizá desde el otro lado de la ley, aunque el suizo Busacca obvió el empujón, el penalti y la roja al rumano. Y es que el Atlético devolvió golpe por golpe y no mostró un tamaño inferior al del Inter.

Y eso que Quique abrigó al equipo más de lo previsto. Dejó a fuera a Filipe Luis para poner en la banda izquierda a Domínguez y tampoco se atrevió con Fran Mérida en lugar de Simao. La longitud de Maicon por la derecha intimidó lo suyo. Godín fue el único fichaje que encontró sitio en el once inicial y su rendimiento resultó sencillamente impresionante.

También fue conservador Benítez, que se siente administrador de una gran herencia. Y así lo reconoció con su once, el mismo que le ganó la Champions al Bayern con el único cambio de Stankovic por Pandev, y con el mismo dibujo. Pero el Inter no tuvo el golpe de autoridad que se le suponía, probablemente porque el Atlético le cerró el camino hacia Sneijder, el almirante de este equipo, cuyo rendimiento es directamente proporcional a lo importante que se siente en el grupo. Aquí pinta mucho, pero sus compañeros no le encontraron ayer. Ni a él, ni a Milito, ni a Etoo, que en la izquierda trabaja más, pero mete menos miedo.

Sin ocasiones

El Atlético tampoco jugó a campo abierto. Se ancló al partido con Assunçao y Raúl García, no se equivocó en defensa y colocó a Agüero en dos ocasiones con ventaja sobre los centrales del Inter, pero el argentino no dio con la puerta ni con la izquierda ni con la derecha. Forlán también se movió mucho sin ofrecer dividendos, aunque siempre dio la impresión de estar por encima de Samuel y Lucio en chispa y punta de velocidad. Al descanso no quedó registrado ningún disparo entre los tres palos, huella inequívoca del exceso de precaución de unos y otros. Al Atlético le pareció bien e incluso corto el combate nulo.

El Inter no cambió de registro tras el descanso y el Atlético ya se sintió definitivamente lejos del matadero en el que le había situado la opinión pública. Y se fue a por el partido, siguiendo la estela mágica de la zurda de Reyes. Avisó el utrerano desde fuera del área y sacó una soberbia mano Julio César. Y repitió dos minutos después con más éxito. Empezó su obra en la derecha y, tras superar un enredo en el que participó Agüero, y la finalizó en la izquierda para marcar en el primer palo, hecho que siempre deja en mal lugar al portero.

Benítez volvió al Mourinho puro y dio entrada a Pandev, un futbolista con más vigor y llegada que Stankovic. No estuvo ahí la solución. El Inter buscó un atrevimiento equivocado y sólo se encontró con las contras del Atlético, cada minuto más peligrosas que el anterior. Después se marchó Sneijder, enarbolando la bandera blanca, y entonces aprovechó el Kun para rematar al moribundo y dejar su firma en un partido para la historia. También De Gea, en el último minuto, le paró un penalti a Diego Milito y se ganó su placa en este hito rojiblanco, que supo a mucho por la categoría del trofeo y por lo inesperado, ese terreno en el que nadie se manejó a través de los tiempos mejor que el Atlético.