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trofeo santiago bernabéu real madrid 2 - peñarol 0

Di María sale a flote en un mar de dudas

Un golazo del argentino puso al Madrid en la senda del triunfo. Sólo él y Pedro León invitaron al optimismo. Muy flojos Ozil y Carvalho y grises Canales y Khedira. Van der Vaart hizo el 2-0. Pudo ser su último gol de blanco.

Luis Nieto
Di María sale a flote en un mar de dudas

Di María se inventó un gran gol, muy telegénico, pero no lo suficientemente grande como para tapar del desánimo en el juego de este nuevo Madrid, falto de ritmo, casi desganado. Sólo el argentino y Pedro León dieron la impresión de ser verdaderos refuerzos ante un Peñarol que no exigió demasiado. Otro trofeo Bernabéu reposa ya en la sala de trofeos de un Madrid aún por descubrir.

El tiempo es lo único que no puede comprarse en el fútbol. Y vuelve a jugar contra el Madrid, otra vez en fase de montaje, con seis futbolistas nuevos, algunos de los cuales acaban de bajarse del avión, pero a las puertas de la Liga. Le costará en los primeros meses engancharse a la poderosísima rueda del Barça como quedó ampliamente demostrado ante el Peñarol, un equipo sobrado de pasado y justísimo de presente.

Mourinho quiso un Madrid de punta en blanco, alineando lo que se adivina como once de gala, en una muestra de respeto al público y al trofeo. Pretendía enganchar a la gente con una primera impresión buena, pero el equipo sembró inquietudes. Los once titulares sólo dejaron un remate al palo, de Xabi Alonso, un gol bien anulado a Higuaín y un cabezazo con veneno de Khedira. Supo a casi nada porque el equipo corría con el viento favorable del estreno y de la complacencia del público, revitalizado siempre por las caras nuevas.

El ensayo quedó en casi nada. Mourinho presentó un dibujo con dos mediocentros, dos pasadores, un punta y un multiusos, Cristiano. El portugués buscó fortuna en ambas bandas y ahí multiplica su peligro, pero anduvo sin compañía y acabó ofuscándose. El mal humor deprecia mucho su juego. Ozil fue una sombra, sin participación ni sitio. Anduvo de un lado a otro sin dejar siquiera una perla. La regularidad es su asignatura pendiente. Mourinho tiene trabajo para conseguir que haga casi siempre lo que hace fantásticamente bien a ratos. Tampoco Canales encontró insipiración en el amistoso, que discurrió al ritmo pausado y aburrido que le interesó al Peñarol. A Higuaín apenas le llegó nada y sólo Khedira ofreció cierto dinamismo, aunque no quepa esperar de él suficiente motor como para mover con agilidad al equipo. Xabi Alonso también está corto de puesta a punto, Lass ofreció poco como lateral y sólo el entusiasmo de Marcelo y el vigor de Sergio Ramos salieron a flote de forma racheada.

El Peñarol no apretó casi nada, pero en sus asomos de atrevimiento puso en evidencia a Carvalho, un central cuya veteranía le pone bajo sospecha. Antes que él, y con mejor cartel, estuvo ahí Fabio Cannavaro y no le entró por el ojo al Bernabéu pese a su intachable profesionalidad.

Con extremos

Tras el descanso entraron los aspirantes, algunos al borde de la titularidad. Y se la ganaron. Pedro León y Di María le pusieron alas al Madrid. Nunca están de más los extremos. Y desde allí salvó al menos el resultado el Madrid. El argentino tomó un balón en su banda, limpió a su par con un acelerón y sorteó dos obstáculos con fintas impecables antes de mandar la pelota a la red. Al fin asomó ese uno contra uno que anunció Maradona y que nunca apareció durante el Mundial.

Di María tuvo la chispa que siguió faltándole al equipo, que incluso perdió a Gago, lesionado en la rodilla. Mourinho probó a dos canteranos (Juanfran y Mateos), ensayó con Canales y Granero como mediocentros y quiso ver a Cristiano por detrás de Benzema, que sigue sin apretar a Higuaín. Ya en el descuento abrochó el marcador Van der Vaart, en penalti cometido sobre él mismo. Su celebración tuvo música de despedida. El trofeo Bernabéu se quedó en Madrid, pero la afición blanca ni durmió tranquila ni se subió al carro de Mourinho.