El Sevilla funde al tierno Barça

Supercopa de España | Sevilla 3 - Barcelona 1

El Sevilla funde al tierno Barça

El Sevilla funde al tierno Barça

Los culés, zarandeados en el horno del Pizjuán. Kanouté lleva la bandera de una gran remontada en 13'. Los de Álvarez acarician otra Supercopa

Ganarle dos veces al Barça de Guardiola, juegue quien juegue, es una hazaña poco común. De momento sólo se le conocía al Atlético de Madrid, experto en fenómenos paranormales. Desde ayer el Sevilla forma parte del selectísimo grupito. Hace siete meses le desposeyó del título de Copa. Anoche, en el horno de treinta grados del Pizjuán, lo fundió hasta convertirlo en cenizas al final. El Barça experimental de Guardiola, prometedor pero hecho un flan infantil, no sobrevivió a los dinosaurios de la delantera del Sevilla. Luis Fabiano, Kanouté, Negredo, miles de kilómetros en las áreas, exploraron las debilidades de Sergi Gómez y apoyados en el calor infernal que dejó sin reservas al Barça, remontaron a lo grande el partido en Nervión, convertido en el volcán. Cuando el Sevilla se enchufa, resulta devastador.

Guardiola tendrá que improvisar otra cosa para la vuelta. Es fácil decir a posteriori que su invento no salió bien. Pero desde luego no lo pareció. El Barça jugó una primera parte perfecta desde la teoría. Como para dejar la engañosa sensación de que los jugadores de Guardiola son fichas. Que los nombres y las edades son innecesarios. Miño se puso bien en la portería, Oriol Romeu barrió todo lo que pasaba por el medio y Dos Santos tocó el balón con encanto. Pero no es tan fácil. Sólo Sergi Gómez parecía carne fresca y joven. Kanouté se la comió como hacen los perros viejos. El Barça aprovechó el complejo de inferioridad del Sevilla y ganó a los puntos y en el resultado la primera parte. Pastoso, lento, entregado al ritmo cansino de Romaric y Renato, el Sevilla se convirtió en un equipo aburrido que desesperó a su afición y a su delantero estrella, Luis Fabiano.

Cuando Ibrahimovic se marchó en el minuto 52 no había ni la más mínima sospecha de la tempestad que iba a desencadenar el Sevilla. Entró Messi, acaparador y sin la clarividencia que le distingue, y el Barça se entregó a ciertos tics de autocomplacencia. Álvarez lo vio y sacó a los tanques: Kanouté y Negredo, sin Mundial y con un verano entero para prepararse, fueron un volcán. El cocktail del Sevilla resultó perfecto, porque también entró Cigarini (regista, le dirían en Italia) y se asoció en un triángulo imparable con Navas (para el que no existe el término pretemporada) y Perotti. Y el Sevilla horneó al Barça en la caldera del Pizjuán. La bandera la llevó Kanouté, un jugador que parece eterno y genera unas expectativas de milagro en su afición.

Luis Fabiano neutralizó el gol de Ibrahimovic, que iba para protagonista del partido por su esfuerzo, su excelente criterio y su gol que fue un mensaje para Villa y Guardiola. Pero su esfuerzo fue destruido por el huracán del Sevilla, que horneó al Barcelona en su guarida. Alves y Abidal persiguieron sombras en la segunda parte, desbordados por la energía de un Sevilla más entero y por los cambios de Álvarez que Guardiola no controló. Pocas veces, tal vez en el naufragio de San Siro ante el Inter la temporada pasada, se ha visto así al Barça. Desbordado. Guardiola comprobó anoche que vale la pizarra y el plan. Pero que es mejor que las ficha se llamen Piqué, Iniesta y Xavi. El gran Sevilla, mientras, casi brinda por otra Supercopa.