La baja de Salvio dejaría en entredicho a Pitarch

No es la primera vez en el Atlético que algunas decisiones provocan el nerviosismo en los responsables del club. Pitarch anda preocupado y cabizbajo por el hecho de que finalmente sea Salvio el que pueda dejar el Atlético. El club rojiblanco, que se ha tenido que apretar el cinturón en otras parcelas, pagó más de ocho millones de euros por él hace seis meses. Fue una apuesta importante, que ahora puede quedar en saco roto. Pitarch no es del agrado de la masa social, pero eso a él le da igual. No tanto que el año pasado llegaran Asenjo, Cabrera o Juanito. A la vista están sus resultados. Tampoco cuajó Cléber, de vuelta en Brasil. Lo último que le podía pasar es que su fichaje más mediático tampoco triunfara. Pero Quique va a lo suyo. La Europa League le ha dado créditos ante la afición y dirigentes. El técnico quiere a Diego Costa y Cerezo y Gil Marín van a acceder. La gloria es de Quique, un héroe para la hinchada. El técnico, no obstante, sabe que se la juega a partir del día 27. Pitarch está intranquilo. Ayer recibió a muchos agentes de jugadores, intentó colocar a algunos, pero faltan dos semanas y la plantilla tiene sobrantes. Los Koke, Keko, Ibrahima, Camacho, Juanito, Costa o Salvio siguen sin salir. Saldrán, pero el tiempo se le echa encima a Pitarch. El fichaje de Godín han producido un efecto boomerang. Y la lista europea también ha traído cola en el Manzanares. Diego Costa es el que más novias tiene (le quiere media Primera) y su salida sería lo mejor para el Atlético porque por Salvio pocos han preguntado aún. Las preguntas salen del propio club: ¿De verdad es bueno? ¿Ha sido un fracaso más o podrá ser una figura? AS ya informó el 18 de julio que Quique le había pedido más implicación y estaba molesto porque había llegado con un par de kilos de más. Mientras, el equipo no arranca. Quique tiene que meter con calzador a Godín, Forlán y Kun para el día 27. El campeón de la Supercopa se lleva 2,5 millones. Dos el subcampeón. Ganar da más dinero y crédito. Pitarch lo agota, Quique lo alarga.