Amistoso | Italia - Costa de Marfil
Prandelli tiene albañiles en lugar de arquitectos
Costa de Marfil tumba a una Italia grosera y vulgar.
Lo de Italia no es una simple gripe, es una anemia de talento como no se recuerda otra en la historia del calcio. Sus síntomas son juego vulgar, grosero incluso, y futbolistas de una mediocridad irritante. Y encima Prandelli recordará su debut por producirse en un escenario tan desconcertante como esta azzurra: exiliado en un inhóspito estadio a 1.500 kilómetros de casa en una lluviosa tarde londinense.
Costa de Marfil mostró un juego combinativo, bien asociado en la medular. Desempeño que hipoteca su falta de gol (sin Drogba), circunstancia que salvó a Italia de ser goleada.
En Italia los arquitectos resultaron ser albañiles. Jugadores monótonos y rutinarios sin talento. Ni siquiera defensivo. A excepción de Cassano, quien se abstrae del devenir caótico que le rodea. Pone la pausa, la parsimonia, lee la defensa, adivina el espacio y afila el pase. Pero está huérfano. A Balotelli su privilegiado físico lo saca de entuertos, pero es de una simplicidad frustrante. Y Amauri es Cascarino con acento brasileño y pasaporte italiano.
Algo mejoró tras el descanso, con subidas de Motta, algo de Pepe... Hasta que Kolo Touré, cansado de ver fallar a sus delanteros, se fue arriba y clavó un testarazo que pescó entre los centrales italianos (¡). Entonces Prandelli claudicó retirando a Balotelli y Amauri, los rostros de la nueva Italia. Tiene trabajo Prandelli. Más que talento sus jugadores.