Inglaterra | Chelsea 1 - Manchester Ud. 3
La leyenda del asmático
Scholes lidera a un United que retrata a la zaga del Chelsea
Nadie le tenía mucha fe a aquel pelirrojo asmático que entró por la puerta de atrás a la par que irrumpía en el United la camada del 92: Beckham, Butt, los Neville, Giggs... Ayer, 18 años después (y a meses de colgar las botas), Paul Scholes ofreció una exhibición sobre el oficio de centrocampista. Precisamente ahora que las medulares del fútbol actual se saturan de especialistas: pivotes de pulmones devastadores y técnica desastrosa, enganches de talento ilimitado y compromiso dudoso, extremos desbordantes de individualismo desesperante... Ayer todos claudicaron ante el último centrocampista inglés a la vieja usanza.
Scholes evitó el cuerpo a cuerpo con los africanos retrasando su posición para surtir a sus delanteros con punzantes diagonales al espacio. Si Mikel o Essien achuchaban, los evitaba apoyado en paredes cortas. Si reculaban, ganaba metros. Ancelotti asistía martirizado a la exhibición y el Chelsea oponía la intensidad de su fútbol marimandón y el poderío aéreo de Ivanovic. Pero Van der Sar, a sus 40 años, presumió de fiabilidad bajo palos.
El duelo ofrecía síntomas de precariedad física cuando en el minuto 41 Scholes sirvió un balón largo. El Chelsea cayó en la trampa. Terry acudió a la banda dejando desguarnecido el corazón del área, donde Rooney, instintivamente, sirvió de primeras un centro delicioso que Valencia alojó en la red. De pizarra. Mientras todos abrazaban a Rooney, Scholes oxigenaba sus maltrechos pulmones.
Quaterback.
Sir Alex cambió el libro de ruta al descanso. Retiró a los dinámicos Owen y Rooney apostando por la parsimonia de Berbatov y la electricidad de Chicharito. Y Scholes de quaterback. Otro envío profundo de éste a Valencia operó una nueva desatención en la zaga blue que permitió a Chicharito marcar en boca de gol con un rocambolesco remate que tropezó en su cara antes de entrar. Entonces Ferguson decidió homenajear a Scholes, al que los 84.623 espectadores despidieron de pie. Los goles de Kalou y Berbatov, de vaselina con su natural frialdad, no alteraron el desenlace.
Se hablará del estreno de Chicharito y del regreso de Rooney, pero si preguntan a John Terry, responderá de nuevo como aquella tarde: "El partido lo ganó el asmático". Paul Scholes, un centrocampista de los que ya no quedan en este fútbol de especialistas.