europeo sub-19 | españa 3 - inglaterra 1
España da una exhibición para meterse en la final
La selección española derrotó de manera brillante a la de Inglaterra (3-1) para alcanzar la final del Europeo sub'19 de Francia. Dani Pacheco, Keko y Sergio Canales firmaron los tres hermosos tantos del equipo español, que el viernes intentará recuperar el reinado continental de la categoría ante el vencedor de la otra semifinal entre Francia y Croacia.
Han sido tres goles, pero podían haber sido tropecientos. La superioridad de los chavales de Luis Milla hoy ante Inglaterra ha sido tan abrumadora que incluso el marcador es lo de menos. Lo de más es, sin duda, el juego que han desplegado los Sub19, un alarde de creatividad y talento el suyo que prolonga la ilusión del Mundial en las botas de unos chicos nacidos para el triunfo, y que proyectan un futuro por la misma senda del éxito que han descubierto sus mayores.
El partido quedó dibujado desde el inicio con un guión se mantuvo hasta el último suspiro, cuando en verdad dio lástima que el árbitro lo diese por finiquitado. Cuando el fútbol se juega con tan buen estilo los partidos no debieran de acabar nunca.
Salió España mandona, haciendo gala de la solvencia sin prepotencia de quien se reconoce muy superior a su rival. Con Oriol ejerciendo de Mariscal, las acciones ofensivas fluían de forma natural. Las combinaciones se sucedían producto de pases rápidos y precisos, sobre todo por la banda derecha, donde canales y Keko descubrieron un filón que les permitía asociarse con la misma amenaza que la mecha de un petardo y un mechero.
Fruto de esta conexión apareció el primero del partido. Arrancó Oriol por el centro para descargar sobre Canales, y el nuevo jugador del Real Madrid aceleró hasta la línea de fondo arrastrando a la defensa. Mientras regateaba, su instinto le sugirió la llegada de Pacheco en el segundo palo, y allá que la puso. El jugador del Liverpool remachó la bella acción con el interior, confirmando este su idilio con el gol. Era el minuto 13, pero ante un fútbol de tantos quilates no hay superstición que valga.
Abierta la lata España se gustó, tocó y toco afianzado su estilo y con el su dominio, que por momento resultó insultante. Enfrente, Inglaterra achicaba como podía o como sabe, esto es, colgando balones que creaban problemas, pero no los suficientes como para asustar a esta España, que desde el toque y la velocidad siguió haciendo sangre.
La consecución del segundo era cuestión de tiempo y de acierto, y esta vez lo tuvo Keko. El extraordinario jugador del Atlético de Madrid culminó una hermosa acción individual precedida por varios regates e iniciada también en las botas de canales. El reloj marcaba el minuto 34, y la goleada estaba cantada.
Sin embargo, y de forma inesperada e inmerecida, Inglaterra se metía en el partido a su modo, con un gol de Bostock tras varios rechaces que la defensa española no pudo despejar. El balón botó y rebotó varias veces antes los nuestros, pero los británicos tienen imán para esto. Así, cuando el balón llegó a Bostock este empalmó una fenomenal volea al borde del área ante la que no sirvió la estirada de Álex.
Sólo hay entraron dudas, pero fue cuestión de volver al fútbol tras el paso por los vestuarios. En la reanudación los chavales volvieron a asociarse y fue entonces cuando los ingleses aceptaron que su suerte estaba escrita.
La jugada que sentenció la semifinal fue un prodigio de imaginación, picardía y talento, de mucho talento. España forzó una falta en la frontal, y lo que se les ocurrió a los chavales fue simplemente prodigioso. Oriol arranca la carrera y amaga el disparo, pero es Thiago el que la pica sobre la barrera para habilitar a Canales. El cántabro se olía y la esperaba, y por eso llegó antes que su par para cruzar la pelota ante la salida del buen portero Rudd con toda la sutileza de un artista. Gol de clase que confirmaba el tesoro que esta generación guarda en sus botas.
Con esta obra maestra se acabó el duelo, si es que existió alguna vez, y de ahí al final España se limitó a dormir el partido sin renunciar a su estilo, pensando ya en la final del viernes, en la que no nos espera nadie. No, no es soberbia, es que son nuestros chavales los que se frotan las manos y los rivales los que deben temer el momento de enfrentarse a este prodigio de jugadores. En cualquier caso, sepan que el título se lo jugarán ante Francia o Croacia. Pobres.