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mundial 2010 | méxico 0 - uruguay 1

México bailará con la más fea

Uruguay volverá a jugar los octavos de final de un Mundial tras derrotar a México en el duelo por la primera plaza del grupo A. Luis Suárez dio el triunfo a los charrúas. El resultado castiga la pereza y complacencia del conjunto de Aguirre, que especuló en exceso y ahora se jugará su futuro ante la Argentina de Messi, que esta noche ha concluido la primera fase como líder del grupo B.

MANUEL SALINERO
Luis Suárez celebra con Forlán el gol del triunfo uruguayo.
Luis Suárez celebra con Forlán el gol del triunfo uruguayo.Reuters

Había muchas suspicacias en la previa, en la que se olfateaba otro apaño de esos que de cuando en cuando escandalizan los Mundiales, pero el premio de evitar a Argentina hizo que México y Uruguay salieran dispuestas pese a que el empate les clasificaba para los octavos. Al final, ambas alcanzan la meta aunque por caminos bien distintos.

La que más insistió desde el arranque fue la tricolor, que empezó con más ímpetu, más dispuesta a la tarea. No en vano, Aguirre había planteado un once más ofensivo de lo habitual, con el abuelo Cuauhtemoc en punta y Guardado en el ala izquierda. Sus intenciones eran buenas, pero las de Uruguay eran mejores. Cómodos sin el balón en los pies, sus salidas eran vertiginosas, siempre buscando la vertical, y el avisó llegó muy pronto. A los 7' Victorino levantó la cabeza y encontró el hueco en la zona derecha, donde Suárez perdonó el primero casi a puerta vacía.

El lance asustó a México, que de repente pareció replantearse su papel y decidió dar un paso atrás. Eso, con una apuesta más atacante, estiró al equipo hasta desconectarlo, con un desorden que haría sufrir mucho a los de Aguirre; México se partió en dos y Uruguay se hizo dueña de la situación por inercia. Con todo, México, apoyada en el talento de un puñado de buenos peloteros, es capaz de soltar un arreón en cualquier momento. Lo hizo el Guille al cuarto de hora tras recibir un buen pase de Cuauhtemoc Blanco, pero Franco, que tantas veces duda en el control, perdió la oportunidad.

Entraba el partido en su mejor fase, con los dos equipos a tumba abierta. La siguiente le tocó a Uruguay, que monta una contra y en dos pases habilita a Pereira, pero este se llena de portería y la envía fuera. La respuesta de México resultó contundente y sonora. Guardado trota por el mediocampo y, como nadie le agobia, acelera el paso y desde 30 metros se saca un disparo que el larguero escupe con violencia, y que en el rebote a punto está de atravesar la línea de gol.

Cuando mejor pintaba la cosa, sobrevino otro apagón que envolvió el partido en una maraña de faltas, pérdidas de balón e imprecisiones, casi todas provocadas por la incapacidad de ambos conjuntos por bajar el cuero al césped y combinar. El duelo vivía de ráfagas, como la que provocó Dos Santos. Menos brillante hoy que en sus dos actuaciones previas ante Sudáfrica y Francia, Giovani se buscó el pan dentro del área, pero su peligrosa incursión fue sofocada por la zaga uruguaya con mucho oficio.

Las noticias que llegaban del Suráfrica-Uruguay (2-0 al borde del descanso) no invitaban precisamente al riesgo, lo que diluyó el partido en la monotonía. Entre balones altos y combinaciones pausadas, el fútbol se hizo lento y horizontal, previsible y espeso hasta el aburrimiento, sobre todo en los pies de un México que empezó a coquetear con el resultado y que para entonces ya se había transformado en un equipo especulativo en exceso.

Pero resulta que el fútbol a veces es justo, premia a los dignos y castiga la pereza. Ocurrió al filo del descanso, cuando Uruguay -que sin dejarse la vida en el intento no renunciaba a ninguna acción- abrió el juego hacia la banda derecha. Allí Cavani, completamente libre de marca, dispuso de todo el tiempo del mundo, y más, para medir su centro y encontrar la cabeza de Suárez, quien remató a placer ante la pasividad de la defensa mexicana. El 1-0 castigaba la conformidad del conjunto de Aguirre, un México feo y cansino, hermético durante el primer acto, pusilánime en ocasiones, conformista en exceso y demasiado pendiente de la calculadora.

Como es lógico, y obligado, México volvió del vestuario con un lavado cde caraotra cara. La intención cambió por completo y con ello la velocidad del partido. Amenazado por los goles que llegaban de Sudáfrica, Aguirre ordenó zafarrancho y asumió los primeros riesgos atrás, y casi lo paga al saque de una falta botada por Forlán. Lugano ganó la acción a sus marcadores para conectar un gran cabezazo en el segundo palo; sólo el 'Conejo' blanco, bien colocado y haciendo nombre a su apodo, evitó la sentencia.

Pendientes de Sudáfrica

Era el 53', y el susto había sido de tal magnitud que Aguirre se animó a mover sus peones, o lo que es lo mismo, a abdicar de su plan inicial. Cuando la zona ancha exigía imaginación y poderío, el 'Vasco' dio entrada a Castro, Barreda y 'Chicharito', en detrimento de Moreno, Guardado y Cuauhtemoc. Pero el panorama no variaría en exceso.

Si acaso, México incrementó su presión sobre el área rival, pero más por intención que por juego. Tabárez no se incomodó con el envite y prefirió acomodarse; el resultado se lo permitía -evitaba a Argentina-, así es que Uruguay reculó y concedió metros, lo que su rival aprovechó para acampar definitivamente en campo charrúa potenciando sus combinaciones, acelerando el ritmo del pase y multiplicando los centros al área: en un de tantos la tricolor olió el empate, pero el testarazo de Rodríguez se desvió lo justo. Para entonces, el central mexicano se había convertido en un ariete más del conjunto de Aguirre, que de repente recuperó el color con la noticia del gol de Malouda para Francia, un tanto que obligaba a Suráfrica a una goleada imposible.

Con ese gol concluyó la lucha, de la que Uruguay se retira con un pleno tan ilusionante que le permite soñar con cualquier proeza. Mimbres tiene, sobre todo en ataque. Todo lo contrario que México, esa selección que siempre promete pero que nunca cumple. Sí, cierto que está clasificada -algo de lo que no pueden presumir algunos históricos como Francia- pero le tocará bailar con Messi, un reto que no parece hecho a la medida del equipo de Aguirre.