Mundial 2010 | El ambiente en las calles
La etnia zulú manda en los Bafana Bafana
Sudáfrica es un crisol de culturas y pueblos, pero los zulúes se han convertido en una referencia que también salpica el fútbol. Tras destapar con su diana la esencia del gol en el Mundial, Shabalala es el jugador a emular y las costumbres, como la lobola, son una forma de vida.
Lesedi, a las fueras de Johannesburgo, es una pobre metáfora de la diversidad cultural y étnica de Sudáfrica, donde los zulúes son el grupo de referencia hasta en el fútbol. Con los Bafana Bafana, se alinean hasta ocho jugadores de la etnia más belicosa y guerrera de Sudáfrica: los zulúes; la etnia del llamado Napoleón africano, Shaka Zulú, y del actual presidente del país organizador del Mundial 2010.
Además, Shabalala (zulú hasta las cachas), el primer goleador del torneo, ha pasado a erigirse en el ídolo local: el futbolista al que todos los niños que patean el balón en las calles quieren imitar y parecerse. El resto de integrantes de los Bafana Bafana se reparten entre tswanas, xhosas, pedis y shotos, a los que hay que sumar un par de mulatos y un blanco, el carismático y pelado Booth.
En Lesedi, el primer grupo étnico a visitar es, como es natural, el zulú. Y tras los gritos y saludos de rigor, y el permiso que concede el jefe, se puede contemplar en miniatura la estructura de un poblado zulú, donde predomina la casa del guerrero, las de sus esposas y el corral donde se guardan las vacas, el tesoro más preciado.
Tras siglo de guerras y escaramuzas, los zulúes se han ganado un enorme respeto, no sólo entre ndebeles o basothos, sino en todo el continente africano y fuera de él. No es de extrañar, pues, que muchas de sus costumbres se hayan impuesto en la nación del arco iris y hasta en la selección de fútbol. Ahora, los zulúes ya no esgrimen sus tremendas lanzas y su legendario arrojo. Juegan al fútbol y bien, y gracias a eso son la única etnia con dos equipos en la primera división sudafricana.
Aunque la poligamia no es sólo una costumbre zulú, el presidente Jacob Zuma ha hecho más que nadie para que la costumbre de tener varias esposas, sea una manera de vida popular en Sudáfrica. Pero si los zulúes no son los únicos polígamos de África, la palabra lobola, con la que se identifica la dote que el novio tiene que pagar a la familia de la novia para poder tomar la mano de su futura mujer, sí pertenece a los zulúes.
De la lobola y sus consecuencias no consiguió zafarse ni siquiera el blanco defensor de los Bafana Bafana, Booth, cuando solicitó la mano de Miss Sudáfrica y pasó por una ceremonia de petición en la que los ávidos parientes de la novia pueden llegar a pedir las dádivas más impensables. Desde vacas, ovejas y cabras, hasta automóviles.
Recuperarse de la lobola es casi misión imposible. Aunque Booth parece camino de conseguirlo porque, junto con su despampanante esposa, protagoniza un buen número de campañas publicitarias, donde, junto a su calva prominente, destaca la rutilante negritud de Sonia Bonneventia.
No es de extrañar que muchas madres de familia, como es el caso de la señora Mamolato Mpobane esté contenta por haber criado cuatro hermosas hijas. "Como consiga con ellas cuatro buenas lobola -afirma- me retiro de trabajar".