NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Mundial 2010 | Italia - Paraguay

De Rossi es el alma de una Italia en plena crisis de fe

Paraguay llega fuerte: orden y Barrios-Valdez para decidir

<b>EL NUEVO LÍDER. </b>De Rossi, en medio, bromea durante el entrenamiento de ayer en Ciudad del Cabo.
reuters

Nadie ha explicado mejor que Cannavaro cómo afronta Italia la defensa del título: "Estoy confiado, aunque no sé por qué". Normal. Porque al grupo de Lippi le sobran tantos años como talento le falta. Sin Totti ni Del Piero no hay un mísero fantasista al que agarrarse, ni siquiera están los genios díscolos Cassano y Balotelli, y el cerebro Pirlo, lesionado, no jugará hasta el tercer partido.

Así, le toca a De Rossi asumir los galones sobre el césped. Él sí tiene nivel de campeón del mundo, pero necesita que Marchisio y Montolivo den el salto de calidad que apuntan sin culminar hace tiempo. En realidad, el rendimiento del mediocampo es la incógnita que marcará las opciones de éxito de Italia. En las otras líneas escasas dudas: la defensa cumplirá como siempre y en ataque, poca cosa. Gilardino no termina de rendir con la selección y Pepe, Iaquinta y Di Natale son buenos complementos, nunca estrellas.

Motivación.

Enfrente, Paraguay afronta el Mundial como un homenaje a Cabañas, máximo goleador de su magnífica fase de clasificación y ausente en Sudáfrica tras recibir un disparo en la cabeza. Para suplirle, el argentino Barrios se nacionalizó justo a tiempo y formará con su compañero en el Dortmund Haedo Valdez una delantera de mucho nivel. Que Santa Cruz y Cardozo sean suplentes muestra el poderío ofensivo guaraní.

Por detrás, los de Martino son la Italia de América. Fantásticos tácticamente, serios y con un centro del campo que ayuda sin cesar a la defensa. Sólo el brillante Riveros se permite algún lujo. Sobre el papel, la Italia de verdad, la de azul, puede salir escaldada. Sobre el césped y en un Mundial... Yo, con Italia, como Cannavaro: me asusta, aunque no sé por qué.