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Mundial 2010 | Sudáfrica 1 - México 1

Márquez calla las trompetas

Defraudó México. El gol de Tshabalala, una contra perfecta. El árbitro escamoteó un penalti a los locales.

Tomás Guasch
<b>EL EMPATE. </b>Mokoena, que mira al juez de línea, se durmió y Márquez se aprovechó para igualar.
EL EMPATE. Mokoena, que mira al juez de línea, se durmió y Márquez se aprovechó para igualar.afp

No hubo sonrisas al final del partido inaugural de este Mundial de las trompetas, todos tomaron el 1-1 como mal menor, para nada fue una conquista. Sudáfrica lamentó que se le escapara un partido que tenía encarrilado y México, a lo sumo, suspiró porque el tanto de Márquez le valió para evitar una derrota que no esperaba y hubiese sido fatal para sus aspiraciones. Un gol que calló las trompetas. 1-1. Sólo eso.

Así, el equipo de Aguirre no pudo estrenarse con victoria ante el adversario más flojo de su grupo, por más organizador que sea. Y no respondió a la aseveración de su técnico sobre que maneja la mejor selección de la historia del fútbol mexicano. Lo cierto es que esta vez no se mostró contundente en ninguna de las dos áreas y cazó el empate gracias a un despiste enorme del central Mokoena, que no dio el pasito al frente que hubiese dejado en fuera de juego a tres mexicanos, tras buen centro de Guardado.

Por partes. El inicio mexicano fue bueno y la salida surafricana, todo menos un ataque en tromba propio de un equipo local y, además, inferior. México tuvo cuatro claras ocasiones de adelantarse, pero ni Giovani dos Santos (el mejor en esta fase), Vela (le anularon un gol por fuera de juego) y el Guille Franco acertaron con el remate final. Sudáfrica era una sombra entonces del equipo decidido que vimos el año pasado en la Copa Confederaciones. Tuvo una sola ocasión, cuando Mphela no llegó a cabecear un centro de Pienaar, el mejor de los suyos: cuando este jugador del Everton agarra la pelota su equipo tiene criterio e incluso peligro.

Y todo eso llegó tras el descanso. Aguirre salió con seis defensas, el lateral Juárez emboscado como volante, por ejemplo. Quizá esperando un rival feroz, pero se equivocó: ni le achucharon ni supo su equipo adelantarse y bien lo mereció, en realidad regaló una hora al adversario, pues cuando puso en liza ha Guardado, lo que queda de Blanco y el Chicharito Hernández, su equipo fue mejor: normal, esos saben jugar mirando la portería rival. Parreira, otro que de valiente tiene poco, debió cavilar en el descanso que peor no podían jugar y estaban empatados. El equipo dio un paso adelante, tiene buena condición física y se le subió a las barbas a México. Tras un par de amagues, Tshabalala culminó un contragolpe monumental con un zurdazo a la escuadra del Conejo Pérez: mete ese gol La Roja y hacemos una vídeo, ¡o una película!

México acusó el golpe y Sudáfrica creció. Rodríguez cometió penalti sobre Modise, agarrón cuando se disponía a rematar, y después del empate, Mphela tiró al poste. El Bafanazo amenazaba pero los mexicanos mejoraron con los cambios y el miedo a la derrota les espabiló. Tuvieron la fortuna del error/inexperiencia de la zaga africana, que bien lamentó Parreira después del partido. Con un solo pasito adelante, ya digo, del central, la jugada hubiese sido invalidada por el árbitro uzbeko que dirigió el partido. Con un auxiliar de su país y otro de Kirziguistán y el cuarto árbitro, chino. Debe ser la universalidad del Mundial, lo de Al Ghandour y cía forman parte del decorado, por lo visto. Y no, mal no estuvo el pintoresco equipo arbitral: se comieron un penalti que pudo ser el 2-0, pero eso sabemos que pasa en las mejores familias. Pero que a la FIFA le gusta jugar con fuego tampoco se discute. 1-1. Empate a decepción.