Camino de Sudáfrica | El cambio de un país y un continente
Un Mundial que sirve de desarrollo en África
Deja un millón de trabajos, autopistas, estadios y el tren ultrarrápido.
Acoger un Mundial es una inversión de futuro. No sólo significa convertirse por un mes en una inagotable fuente de ingresos, sino que además actúa de desarrollo y empuje para la nación que es anfitriona. En el caso de Sudáfrica, además, sirve de ventana para el resto de su continente. Ayudar al progreso en toda África. Ese es el objetivo principal del Mundial 2010.
Para que este sueño se convierta en realidad, se estima que el gasto global ha rondado los 5.000 millones de euros. De ellos, la FIFA ha aportado 856, mientras que el resto, más de 4.000 millones, salieron de las arcas del estado sudafricano. Una fuerte inversión pública que se ha traducido en mejoras sustanciales de todas las infraestructuras.
Se construyeron autopistas, se modernizaron los aeropuertos e incluso se abrió el primer tren de alta velocidad de África, el Gautrain, que unirá Johannesburgo y Pretoria en menos de 40 minutos. Todo ello por alrededor de 1.392 millones. Los estadios también se convirtieron en un eje fundamental. Construir cinco nuevos y remodelar otros cinco tuvo un coste de 1.252 millones. Por último, se mejoraron las telecomunicaciones, los puntos de ingreso al país y se formó a 44.000 nuevos policías, lo que implicó un gasto de 165 millones. Además, cada una de las nueve ciudades sede llevó a cabo inversiones propias que rozaron los 1.000 millones.
Un esfuerzo económico que se ha cristalizado en mejoras hace unos años impensables y que podría salir incluso gratis a la vista de lo que se avecina. Según la consultoría Grant Thornton, casi 400.000 turistas visitarán Sudáfrica durante este mes de competición con un cálculo de gasto por persona de 3.200 euros. Pero eso no es lo más importante. El desarrollo del país se traducirá, según los analistas, en un impacto económico que le hará ganar casi 12.000 millones en dos años, la mayoría de ellos provenientes del millón de puestos de trabajo generados a raíz del Mundial, pero también de la confianza de las empresas extranjeras por invertir en Sudáfrica.
Se trata del primer paso. El primer pero decisivo salto hacia la modernización del continente africano. El Mundial llega a Sudáfrica y con él la cara más amable del capitalismo de Occidente. El fútbol ya no es sólo un deporte. Es un elemento de progreso.