Una goleada reparadora

La Segunda División es como la segunda ley de la termodinámica. Todo tiende al caos, al desorden del sistema. Por eso, un equipo que merodea el abismo, Las Palmas, derrotó con holgura a un aspirante a Primera División, el Elche. A la Unión Deportiva le gustaría todas las semanas enfrentarse a los franjiverdes. Amén de los nueves goles que le ha infringido en la ida y la vuelta de esta Liga, se suman dos ascensos de categorías en otras épocas. En definitiva, se sigue confirmando que es un equipo talismán. Estadísticas aparte, el fútbol ayer castigó demasiado a los hombres de Borbalás, que sólo estuvieron con tiento durante 45 minutos. En el segundo acto perdieron el tren del partido y, con ello, sus aspiraciones para soñar con el ascenso. El estrés visitante fue aprovechado por los anfitriones para llevarse el botín con réditos anímicos.

Nadie en el Gran Canaria hubiera apostado por una goleada viendo la primera media hora de juego. Los entrenadores le suelen llamar fútbol control a ciertas situaciones trabadas, pero los espectadores lo denominan directamente bodrio. El primer tiro entre los tres palos, casi al final del primer tiempo, fue gol. Un tremenda sorpresa y noticia dentro del encuentro. Jorge aprovechó desde el balcón del área un mal rechace de Samuel. El balón entró junto al palo de Willy Caballero, que no pudo hacer nada. El Elche, un punto contemporizador, se encontró con el empate a renglón seguido. El meticuloso Ceballos Silva señaló un penalti que admite discusiones con las reglas de juego en las manos. El empate del goleador Jorge Molina fue como una puya para el grupo de Paco Jémez, que fue expulsado camino del vestuario. La igualada espoleó a los futbolistas pero también la hinchada amarilla, narcotizada después de demasiados minutos inútiles de juego.

Lamas, a tropezones, abrió la caja de los truenos cuando el segundo tiempo no se había desperazado. Un fallo del marcaje zonal del Elche, en un córner, le abrió un hueco delicioso al uruguayo, que apareció de manera inopinada para acribillar a Willy desde cerca. A partir de ahí, los anfitriones sin lucirse impusieron su ritmo y encontraron una verdadera autopista hacia el área ilicitana. Javi Guerrero se cosió el balón al pie desde la línea de medios hasta el área y, cuando la jugada parecía neutralizada, obsequió al tendido con una vaselina de videoteca.

El tercero de la tarde ahondó el drama visitante que veían por el electrónico como todos sus rivales por el ascenso hacían los deberes. Rondón sobre la bocina final, como acostumbra, engordó la fiesta en la Unión Deportiva, que da determinantes pasos para permanecer en la categoría y liberar toneladas de presión, que también es termodinámica.