NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Liga BBVA | Athletic 1 - Mallorca 3

Aduriz les baja de la nube

El ariete bermellón apuntilló a los rojiblancos Llorente neutralizó la primera ventaja isleña El Athletic, impotente, apenas inquietó a Aouate

José L . Artetxe
<b>DECEPCIÓN. </b>Llorente y Toquero se disponen a sacar de centro después de uno de los tantos marcados ayer por el Mallorca en San Mamés.
DECEPCIÓN. Llorente y Toquero se disponen a sacar de centro después de uno de los tantos marcados ayer por el Mallorca en San Mamés.

Europa se aleja del Athletic en la misma medida en que el Mallorca refuerza su posición de privilegio en la elite de Primera División. San Mamés asistió a la defunción del proyecto continental del Athletic, el escenario donde había cimentado sus aspiraciones a lo largo de la segunda vuelta acogió la puntilla. Sucedió que vino por Bilbao un equipo superior, al que los graves problemas internos han reforzado anímicamente hasta límites insospechados. Anoche el Mallorca ofreció un rendimiento ajustado a lo que se espera de un candidato a pasearse por el continente, lo contrario que el Athletic, tan justo de recursos como de fuerzas.

La imagen de las gradas semivacías a falta de un cuarto de hora reflejaban la resignación y el enfado de una afición que comprobó cómo su equipo fallaba con estrépito en una fecha clave, confirmando de paso que la tendencia reciente de resultados no era casual: el Athletic ha acabado la temporada desinflado, agotado.

Entró el Athletic con buen pulso a la pelea, como lo certifican los tres remates de que dispuso en el cuarto de hora inicial. Toquero, con un chut precipitado y flojo, Llorente, que obligó a intervenir al portero, y Gabilondo, quizás en la más clara, tras peinada de Llorente que cruzó en exceso, caldearon el ambiente.

Le costaba al Mallorca interrumpir esa inercia, si bien poco a poco fueron asomando sus centrocampistas, combinando con cierta parsimonia para discutir la iniciativa. Así se fue equilbrando el encuentro, aunque sin llegadas, los isleños cada vez pisaban con mayor asiduidad y firmeza el terreno del anfitrión.

Para la media hora se percibía cierta tensión, acaso porque el Mallorca había sabido neutralizar el efecto del primer arreón rojiblanco e iba reconduciendo el asunto a su favor con el balón, en la misma medida que Llorente y Toquero intervenían menos.

Había dejado el Athletic de sumar fútbol, no ligaba dos pases, su posesión era efímera, mientras enfrente empezaban a acumular faltas y córners. Así llegó el gol de Castro, con el descanso encima.

Pudo sin embargo el Athletic evitar el perjuicio psicológico que suponía verse perdedor al intermedio. Fue en el tiempo añadido y prolongado por el árbitro, quien dio opción a que Llorente cazase un buen centro de Iturraspe. La estirada de Aouate resultó vana.

La puntilla

Tocaba volver a empezar. El Mallorca siguió igual, mientras que Caparrós hizo un retoque significativo: con Susaeta buscaba mayor profundidad por la derecha. La intención del Athletic obtuvo un revés inesperado y tremendo, pues fue doble.

En otro córner y en una rápida combinación por el centro, Nunes y Aduriz establecieron una ventaja que se antojaba definitiva. Quizás lo más sangrante fuera que el tanto del central luso nació en un grave error de Amorebieta, al que Webó le sacó un córner de la nada. Caparrós recurrió a Muniain y retiró un defensa, tocaba tirar de épica, pero el Mallorca se beneficiaba de la enorme ansiedad que había arraigado en el Athletic para explotar los espacios.

Castro estampó un chutazo en la madera en el instante previo a que Manzano reforzase con Suárez su medio campo. Ante Aoaute, nada de nada. El esfuerzo local carecía de continuidad, se recurría en exceso al envío en largo, era en definitiva una ofensiva producto del amor propio, insuficiente para hacer daño a una estructura sólida.

La desesperación rojiblanca se reflejó en extraños cambios de demarcación: Javi Martínez se situó como pareja de Llorente, mientras Toquero y Yeste quedaban a cargo de la distribución. En fin, un quiero y no puedo que redujo la labor de Aouate a un puñado de despejes de puños y sencillos blocajes.

El choque murió entre la impotencia del Athletic y el oficio de los chicos de Manzano, que revalidaron las credenciales exhibidas a lo largo de todo el año. Al Athletic sólo queda el consuelo de haberlo intentado, pero sólo con espíritu, implicación y arreones no llega para codearse con los mejores.