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El Tridente en Brassa de Mar | El fútbol con acento argentino

"Algunos llevamos 13 años acá y aún extrañamos"

ARGENTINOS EN CASA La celeste y blanca los unió y la pelota sirvió de excusa para reunir a 10 argentinos de nuestra Comunitat con AS de testigo que nos regalaron una noche irrepetible con el fútbol como argumento.

Ballester, Vara, Megía
<b>PROTAGONISTAS. </b>De izquierda a derecha, Brasca, Gonzalo, Marco Ruben, Ibagaza, Musacchio, Tabares, Banega, Dani Pendín, Chori Domínguez y Ulloa.
alberto iranzo / david gonzález

Hay noches que podrían durar toda una vida. Veladas nocturnas como ésta, donde el tiempo se detiene asaltado por una incesante lluvia de anécdotas y recuerdos cómplices y sinceros que tatúan sonrisas en los rostros para la eternidad. Fue exactamente esto lo que sucedió en torno a una cena para una decena de comensales donde se juntaron la calle y el barrio, la escuela y el potrero, sin la necesidad del olor a hierba fresca ni el barro en los botines para saber que el vínculo de unión de todos los allí presentes era una pelota de cuero. No hubo tiempo para un suspiro porque la cita tenía fecha de caducidad y nadie quería desperdiciarla. Para aquellos que sienten el fútbol como una pasión, lo vivido sentados a mesa y mantel a orillas del Mediterráneo fue un banquete en el cielo...

No importó el club de cada uno ni la rivalidad suscitada por ser de River o de Boca, Rosario o Newell's, Valencia, Villarreal o Castellón. A nadie le preocupó que a su derecha se sentara un desconocido con el que compartía acento ni tampoco se notó que algunos se estrecharan por vez primera la mano. Se trataba de saltar al campo y que sonara el silbato para buscarse sobre el terreno de juego con la mirada a la espera de un gesto o un desmarque que los lanzara. En definitiva, un partido de fútbol.

Allí se presentaron diez futbolistas en activo unidos por la celeste y blanca, dispuestos a departir durante largas horas sobre vivencias y sueños que alcanzaron a realizar o que todavía estaban por llegar. Ever Banega y Alejandro Domínguez del Valencia; Ariel Ibagaza, Gonzalo Rodríguez, Mateo Musacchio, Marco Ruben y Valentín Brasca del Villarreal; José Tabares, Leonardo Ulloa y Dani Pendín del Castellón. Veteranos consagrados, jóvenes que despuntan y promesas por romperla escribieron un guión cinco estrellas en una tertulia imborrable para todos ellos y para los que estuvimos presentes en Brassa de Mar.

"Al final, cuando todo pase, lo único que realmente quedará es el fútbol" Ése fue el mensaje que nos regalaron y sobre el que giró toda la sobremesa. Fue maravilloso ver cómo tres pibes imberbes con un futuro prometedor (Musacchio, Marco Ruben y Brasca) guardaban silencio con el rostro iluminado escuchando al Caño Ibagaza o al Chori Domínguez contar anécdotas de la selección argentina o del paso de éste último por la liga rusa. No hablaba cualquiera. Como también fue conmovedor escucharles a todos recordar con cierta nostalgia aquello que tuvieron que dejar atrás y a lo que tuvieron que renunciar para cruzar el charco y enrolarse en la aventura europea. "Me vine de Argentina muy joven y llevo ya 13 años acá. Soy feliz y me trataron muy bien, pero sigo extrañando" confesó Pendín. Para el mediocentro del Castellón, la aventura española comenzó en el verano de 1997 cuando saltó de Central Córdoba al Oviedo B. "El fútbol es algo maravilloso y no me puedo quejar de todo lo que me dio. Pero algunos perdemos cosas que no recuperamos jamás. A mí me crió mi abuela durante toda mi infancia y no pude estar a su lado los últimos días antes de su muerte. Eso es algo que no lo paga el dinero".

No fue el único que abrió su corazón para mostrar el lado humano. Al mismo comentario se unieron Tabares, Marco Ruben o Domínguez. "Cuando llegué a Rusia me quería volver a los seis meses porque lo extrañaba todo. Luego, uno piensa en su familia y entonces lo económico prevalece y por ellos tenía que salir adelante. Después me quedé seis años y recuerdo que volver de vacaciones a Argentina era terrible porque luego no quería regresar con los rusos. Nunca llegué en la fecha que tocaba recogerse" confesó el Chori. Por su parte Marco Ruben no necesitó hablar de su experiencia una vez se había venido a España. Sus recuerdos de añoranza le llevaron a la etapa en River Plate. "Yo soy de Rosario y cuando fiché por River, decían que tenía que vivir en Buenos Aires, pero me hacía tres horas en autobús para regresar todos los días a mi casa".

Los temas de debate fueron surgiendo casi sin preguntarlos y como diría aquel, llegamos a Messi. "¡Por favor! No hay debate es el uno, indiscutible, un genio" exclamó el Caño. Fue un pensamiento unánime y los adjetivos lo elevaban al cielo. "Es de otro planeta. Desde la práctica hasta el partido, un fuera de serie", confesó Banega. "Algunos dicen que no juega con Argentina igual que con el Barcelona, pero es que esos dos equipos no juegan a lo mismo. Con la selección arranca en el centro del campo y con su club lo hace en el borde del área", dijo Gonzalo Rodríguez.

Éxtasis.

Por momentos tuvimos la sensación de asistir a la reunión número un millón de aquel grupo, como si se tratara de amigos íntimos de la infancia debatiendo entre carcajadas. Y nadie lo quería parar. Frases como "De acá, menos Ever, ¡el Mundial lo veremos por la tele!" o "¡yo ya me puse Digital Plus!" sirvieron para romper el hielo. "Para mí, Brasil y España son las favoritas y Argentina si se lo cree y supera la primera fase, también puede estar ahí", dijo Ibagaza. "¡Argentina tiene que ser candidato!" exclamó el Chori. "Apunten ésta: el Mundial es clave para Messi y los argentinos contamos con eso" sentenció el Huracán Tabares.

Nunca vi un maestro de ceremonias como Ariel Ibagaza. Como futbolista lo logró casi todo con un cuerpo insuficiente para cualquier cosa, un rostro tímido y un talento punzante, veloz de la cabeza a los pies; inmenso. El gol era un trámite que Ibagaza delegó en gente como Etoo, Torres, Güiza o Nilmar. Un genio. "Recuerdo que cuando era un chabón de Lanús y me llevaban a la Selección, aprovechaba para traerme todo el material que podía: camisetas, pantalones, botines Se los daba a mis amigos, a la familia ¡éramos de un barrio humilde!" contó entre risas el Caño. No fue el único en regresar al barrio, el mejor lugar para encontrarnos con nosotros mismos. Pendín recordó su llegada al Oviedo y destacó que "nunca vi tantos balones para entrenar. En Argentina con uno para el picadito nos sobraba".

Banega fue el primero en romper el protocolo y agarró su silla para sentarse en la esquina de la mesa junto a él mientras Ibagaza seguía a la suya. "¡De acá saco un equipo bárbaro! Brasca en la portería atajando, Mateo y Gonzalo atrás, háganlo fácil, balones a mí; el flaco Pendín detrás de Ever y mía y por delante ¡el Huracán! ¡La romperíamos los dos!" Entre las risas que dolían, el Caño giró la cabeza y vio a su izquierda a Leo Ulloa y rápidamente le dijo: "Ciclón, jugamos con un punta, vos tendrás que ponerte de 7". Sin palabras.

El Chori Domínguez no quiso ser menos y también contribuyó con varias anécdotas que le sucedieron en Rusia. "Recién llegué, en las fechas de invierno, me costó mucho jugar, porque el míster decía que los campos estaban embarrados y no iba con mi juego. Yo me quedaba pensando y me decía a mí mismo: claro, ¿en Quilmes no llovía?". Algunos ya no aguantaban sentados.

El momento más emotivo de la noche lo puso Gonzalo Rodríguez confesando que le había escrito una canción a Tabares, quien lleva 16 meses parado por las malditas lesiones. "Aguante Huracán, es algo que no olvidaré jamás y que me emocionó. Nunca tendré palabras de agradecimiento para Gonzalo", dijo el delantero albinegro. "Mi familia la escuchó y no pudimos contener las lágrimas" añadío Ulloa. El Ciclón ha heredado el instinto goleador y es uno de los clavos ardiendo al que se agarra el club blanquinegro para salvarse. "Cuando subimos al autobús preguntan: ¿está Ulloa? Sí pero faltan 10 no importa arrancá" bromeaba Pendín.

Si hay algo que secuestra los sueños de un futbolista argentino, eso es defender la albiceleste. Por eso, basta con escuchar a uno que ya lo hizo y a otro que termina y que, para su desgracia, ya nunca lo hará. "Fue lo mejor que me pasó, pero me pasó a mí como le pudo pasar a cualquier otro" confesó Gonzalo sonrojado como si hablara de algo sagrado. "No vestirla fue un sueño no cumplido que cuando me retire seguiré teniendo. Es lo máximo para un argentino" dijo sincero Pendín.

Preguntamos por los ídolos de cada uno y el abanico se abrió amplio y variado. "Primero Maradona, luego Francescoli" dijo el Chori. Por su parte, Marco Ruben sorprendió a más de uno: "A mí, como rosarino, me encantaba Pizzi". "Sin duda Redondo" para Pendín. "El gol por la tele en mi casa lo traía Batistuta" sentenció Tabares. "¡Bocchini fue único!" exclamó Ibagaza.

Los temas de conversación siguieron multiplicándose y los nombres de Maradona, el Bambino Veira, Ortega, Barijho y un largo etcétera fueron motivos de discusión y risas. Marco Ruben nos habló de su posible salida al Wigan en invierno, confesando que, a pesar de ser una oportunidad muy buena (de 2ª a la Premier) se alegró al quedarse porque sueña con triunfar en el Villarreal e Ibagaza nos ponía a todos en la pista: "Musacchio y Marquitos son dos pibes bárbaros, no les quiten ojo porque van a romperla". Dani Pendín contó que creció a dos cuadras del Kily González y que con siete años uno se fue a Newell's y el otro a Rosario Central.

Cayó la noche y la música dio paso a las despedidas donde a todos les costó decir adiós. Seguramente podría haberse alargado durante días o al menos hasta que se hubieran quedado sin aliento. Fue algo mágico, emotivo: un gol de Maradona, un túnel de pisada o un chanfle de zurda que destroza la escuadra. Fue un encuentro inolvidable que se cerró con un "esto recién empieza". Porque hay noches que podrían durar toda una vida...