El brasileño no jugó antes porque no se fía de su adductor

Kaká vio en un palco privado del Bernabéu el Madrid-Valencia. Su rostro reflejaba inquietud. Es consciente de que la imagen se está convirtiendo en habitual y eso le disgusta. Por eso trabaja en sesiones de mañana y tarde y en días de descanso, como sucedió el pasado lunes, para poner fin a una contractura en el adductor izquierdo que le tiene de baja desde el pasado 13 de marzo. La preocupación en el club es evidente porque Kaká sólo ha disputado 2.336 minutos en todas las competiciones, el 60% del total (es el noveno de la plantilla).

El brasileño lleva un par de semanas tocando balón e intensificando el trabajo específico con el recuperador del club. "Vi a Kaká entrenarse como un toro y parecía que podría estar ante el Valencia", comentó a este periódico un jugador del vestuario. Sin embargo, se optó por reservarle.

Y es que no es el físico lo que está retrasando su reincorporación, sino su confianza en el adductor. Por eso, para reforzar esa seguridad los médicos del club, que están mimando a conciencia la zona dañada para evitar una recaída en la pubalgia que sufrió en diciembre, programaron que Kaká trabajase ayer y hoy más en el gimnasio que en el campo para preparar, al final de la semana, su reincorporación con el grupo. Según evolucione decidirán si entra en la lista para Zaragoza o no.