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Pablo Alfaro

"Cuando veo estos defensas pienso que el fútbol cambió para bien"

El doctor Pablo Alfaro (Zaragoza, 1969) es el entrenador del histórico Pontevedra CF, club del Grupo I de nuestra Segunda División B. Vive su estreno en los banquillos.

Tomás Guasch
Actualizado a
Pablo Alfaro

¿Cómo juega un equipo dirigido por usted?

Fui defensa durante 18 años y me lo pasé mejor cuando mi equipo atacaba que cuando me tocaba achicar balones. Por tanto, si hay que pasarse, que sea atacando.

Describa su partido ideal.

Discrepo de quienes dicen que es el que acaba 5-4. ¡Mejor es ganar por 5-0! Supone que bordaste el equilibrio defensa-ataque, meter todos los goles posibles sin encajar ninguno. Pero eso lo consiguen pocos equipos en el mundo.

¿Está usted disfrutando?

Incluso de lo inestable, ese vivir en el alambre que acompaña la vida del entrenador. El fútbol es una de mis pasiones y cuando por la edad me fue imposible jugarlo, que es el goce máximo, me incliné primero por la corbata, dos años en el Sevilla como coordinador del primer equipo, y después aceptando la oferta del Pontevedra. Hablamos en verano, no concretamos y pocos meses después estaba en su banquillo. Bien, contento...

¿Qué faceta de su nueva vida le recuerda la anterior?

Que este es un juego de futbolistas, que ellos son lo importante. El mismo Guardiola dice que quizá no le saldrían las cosas tan bien en otro equipo. La gente va a ver a los futbolistas, no a los entrenadores ni a los presidentes.

Cuando ve a los defensas de ahora, ¿qué piensa?

Que el fútbol cambió y evolucionó para bien.

Messi y Cristiano en su época, ¿uff?

Y 20 años antes de mi época, ¡más uff! Ahora ves un partido de juveniles y los defensas tratan de sacar bien la pelota, ser veloces... Antes se apostaba por la fortaleza, el juego aéreo, el 'tacle', era otra cosa.

En ese cambio tienen mucho que ver las nuevas generaciones de entrenadores.

Sí, pero no porque seamos mejores ni peores que nuestros mayores sino porque el juego ha evolucionado. No sólo en lo táctico y lo físico sino también en un apartado importantísimo como es el sicológico y mental. Se van incorporando a los banquillos ex futbolistas jóvenes y bien preparados que entienden su trabajo como un compendio de conocimientos, una suma de profesionales cuyo trabajo ayuda a que el juego sea mejor. En mi época, el discurso era ¡echádle huevos y a por ese! 'Ese' era el mejor del equipo contrario. Ahora cualquier jugador te pregunta: ¿y la transición cómo la hacemos? Es otra historia, el mismo Pontevedra es un ejemplo. Conmigo está Martín Ragg, que fue portero del club, y tengo la fortuna de contar con un grupo de investigadores de la Universidad de Vigo, HI-20 se llama, enamorados del deporte que me ayudan hasta el punto que en Segunda B tengo incluso recuperador.

¿Qué entrenador de los que tuvo le influyó más?

¡Tuve tantos...! Traté de fijarme en todos: Antic, Cruyff, Víctor Fernández, Irureta, Yosu, Preciado, D'Alessandro, Caparrós... Con éste fue con quien más relación tuve, pues pasamos juntos cinco años en el Sevilla y se estableció cierta complicidad. Es una persona que compite desde que se levanta hasta que se acuesta... Antic me dio la alternativa, eso nunca se olvida.

¿Y Cruyff?

Todos los que estuvieron con él hablan mejor o peor, pero a nadie dejó indiferente. Todas las escuelas tienen cabida en el fútbol, todo lo que se haga con criterio, sentido común y sin vender motos es válido.

¿Hay mucho vende motos?

Hay gente falta de coherencia, que se presenta con un discurso y lo cambia a mitad de camino. Busca tu mensaje y ve con él, de otro modo el vestuario te pilla y es tu final. Cuando hablas a los ojos de un jugador sabes si te cree o ha descubierto tu incoherencia.

Hablando de eso: ¿la Segunda B de ahora es coherente?

No, para mí es una categoría inflada. Demasiados grupos, jugadores, entrenadores... Lo ideal sería reducirla a la mitad, pasar de cuatro grupos a dos. Conseguiríamos subir su nivel y fortalecer la Tercera. Y con la que está cayendo económicamente... Hay clubes en Segunda B cuya estructura no se corresponde a lo que debería ser esta categoría. Y en Primera y Segunda, lo mismo. La Ley Concursal es una puerta abierta a la mala gestión. Hemos estado a un paso de la huelga, es evidente que el modelo está muy en cuestión.

En la elite también habría que meter la tijera, creo.

Probablemente. Pero sería más difícil, pues a ver quién votaría sí a una reducción de equipos en Primera y Segunda más allá de los tres o cuatro grandes. Aquí, el descenso es un drama, a medida que se acerca el final de temporada los servicios de Cardiología se llenan de directivos afectadísimos por la que se les viene encima si su equipo baja. Urge un cambio y es bueno fijarse en lo que pasa por ahí. En la Premier, los descendidos conservan la mayor parte de su contrato de televisión, tienen una red que les protege. ¡Son tantas cosas...!

Se empieza a plantear una vuelta a la negociación conjunta de los derechos de televisión y no como ahora, con Madrid y Barça mil codos por encima en cuanto a ingresos.

Son los que más interés despiertan y más dinero deben recibir por tanto. Pero que los demás no reciban migajas. Sin los pequeños no hay competición, no vamos a vivir 38 partidos Madrid-Barça... Deberían hacerse valer, pero con una idea clara: si reciben más dinero no es para gastarlo y endeudarse más. Es como todo: viva usted según lo que ingresa. El problema de nuestro fútbol es que la mayoría de dirigentes vive al día, va a la suya y el que venga detrás, que arreé.

¿Y su Pontevedra, cómo está?

Ilusionado por llegar al playoff de ascenso.

¿Y de cobro?

Al día. Somos uno más en Segunda B, pero con la fortuna de que el club puede ir haciendo frente a sus compromisos, que no es poco.

La ciudad está ilusionada.

Sí, el Nuevo Pasarón tiene capacidad para 14.000 personas y Villar prometió que vendría la Selección a inaugurarlo, imagino que tras el Mundial.

No se me olvide: ¿cómo ve el arbitraje en Segunda B?

El nivel es bueno, gente joven, dialogante, con ilusión por mejorar y prosperar.

Tampoco hay que olvidarse de su Sevilla. ¿Cómo explica sus últimas movidas?

Pues con la reflexión que dejó un articulista sevillano: si para cumplir con las expectativas un club como el Sevilla debe ser finalista de Copa, jugar cuartos de la Champions y acabar de los cuatro primeros en la Liga, nueve de cada diez temporadas serán un fracaso. La exigencia te hace crecer, pero con un sentido de la mesura que no debe perder...

¿Y su bata blanca?

Estoy a punto de acabar la especialidad de Medicina Deportiva. La única pega es que la cursaba en Cádiz y me pilla un poco lejos. Es mi otra pasión y esa rama, vital en la vida de un entrenador pues te permite entender al médico y comprender, por ejemplo, que las lesiones tienen su tiempo y que no se puede precipitar la vuelta de un futbolista... Aquí se juega mucho.

Demasiado, seguramente.

Y con la máxima exigencia. Antes había equipos que ganaban reservándose, con el 60 por ciento de esfuerzo les valía; ahora no. Y cada jugador es un mundo. Un club compra sus derechos federativos, no la persona.

Y cada uno es de su padre y su madre, dice Di Stéfano.

Ahí está el reto del entrenador: 25 tíos de su padre y de su madre en 20 metros cuadrados y él, en el centro de todo. Persuasión, liderazgo, coherencia, buena conducción del grupo... O el caos.

Le veo enchufadísimo.

La pasión, amigo...