"El Barça se sentirá en casa si alcanza la final"

El trofeo que acredita al mejor equipo de Europa ya está en Madrid. La fastuosa Champions, la ansiada orejona, aterrizó en la ciudad que dentro de poco más de un mes coronará al nuevo rey continental. Lo hizo, curiosamente, en el Palacio de Cibeles, a menos de cien metros de la fuente que ha sido el escenario de las grandes celebraciones madridistas. Paradojas de la vida, porque quien la trajo a la ciudad sede de la final de este año fue su actual poseedor, el Barça, y el que se la puede llevar de vuelta el 22 de mayo en el puente aéreo es, también, el Barça.

Demasiados sobresaltos seguidos para los corazones merengues, que sin embargo vieron cómo su presidente, Florentino Pérez, apeló a la hospitalidad y el amparo para recibir a los catalanes en caso de que éstos acaben clasificándose para la final. "Como anfitrión, si el Barcelona llega al partido del Bernabéu haremos todo lo posible para que se sienta como en casa. Es un honor para nosotros celebrar aquí la final. Santiago Bernabéu fue uno de los fundadores del torneo y forma parte de nuestros sentimientos. Es una responsabilidad. Tenemos que estar a la altura", dijo.

El presidente blanco hizo de cicerone ante la muchedumbre de personalidades que se dieron cita. No pudo estar Platini, la máxima autoridad de la UEFA, por el cierre del espacio aéreo europeo provocado por el humo del volcán islandés Eyjafjallajokull, mientras que Begiristain, Cruyff -en su debut como presidente de honor- y Laporta fueron la representación del Barça. El presidente culé respondió a la generosidad de Florentino con más loas: "Quiero agradecer al Madrid y a la ciudad por su entrega en la final de la Champions. Ya se están volcando y eso el Barcelona lo agradece".

La copa pasó después a manos de Ángel Villar, que se hará cargo de ella hasta que se conozca su nuevo dueño. Ante el trofeo pasaron el alcalde Ruiz-Gallardón, los presidentes de Atlético y Getafe, José Luis Astiazarán, leyendas como Gento, otras muchas caras conocidas y, sobre todo, los madridistas Raúl, Kaká y Cristiano. Ninguno miró fijamente a la copa. Ninguno olvida, quizá, que esta era su final. La final del Bernabéu.