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Almería - Real Madrid

Guti vuelve al once para levantar el ánimo

Ramos, central. Lillo sale con los cinco que descansaron en Bilbao

<b>IKER, SOLICITADO. </b>Casillas fue recibido así de calurosamente por dos trabajadoras del aeropuerto de Almería.
jesús aguilera

Cuatro días después de Trafalgar, el Real Madrid visita Almería . La primera cuestión, aun antes de fijar la mirada en el rival, es saber cómo andarán los ánimos tras la derrota. Los antecedentes son inquietantes: la pasada temporada, después del 2-6, el Madrid perdió los cuatro partidos que cerraban el campeonato. Y será bueno recordar que el Barcelona tampoco se libró de la conmoción: dos empates y dos derrotas. Se trata, por tanto, de un problema psicológico de difícil reparación: después de fijar una meta colosal, cuesta replantearse un objetivo a corto o medio plazo. Incluso si has ganado.

Para recuperar el entusiasmo, la capacidad de motivación del entrenador parece esencial. En ese sentido, las habilidades de Pellegrini resultan equívocas. No se advirtió su mano (su verbo, más bien) en los partidos de vuelta de Alcorcón y Lyon, pero es cierto que después de cada tropiezo el equipo logró remontar el vuelo casi rabiosamente. Se podría pensar, por tanto, que el chileno domina el razonamiento discursivo y flojea en la arenga espartana.

Al margen de lo químico, el Madrid presentará novedades físicas. La enésima lesión de Metzelder y la sanción de Garay devuelven a Ramos al centro de la defensa, recuperando Arbeloa y Marcelo los laterales diestro y zurdo. En el mediocampo, la noticia es la entrada de Guti, junto a Xabi y Gago. Lass y Granero parecen haber caído en ese agujero negro que también devora a los calcetines sueltos. Arriba, lo de siempre, aunque con estímulos renovados; para Cristiano queda el fantasma de Piqué y para Higuaín la espina de los partidos grandes.

El Almería, por su parte, alineará a los cinco titulares que descansaron en Bilbao (4-1): Soriano, M'Bami, Piatti, Uche y Crusat. También se altera el sistema y se pasa del 4-2-3-1 al audaz 4-3-3 que sirvió para empatar con el Barça. Chico (el hombre que secó a Xavi) es la única baja local.

Y, por fin, Lillo. Su afinidad espiritual con Guardiola es el primer apunte. Su transformación del Almería es la suya propia. Lillo está a dieta de metáforas y le lucen más el trabajo y la sabiduría.