Toda racha tiene su final

El Betis tiene un problema con Emaná. No es que el camerunés sea el culpable de que el Girona cortase ayer la gran racha del Betis de Víctor Fernández, pero su sitio en este equipo parece estar en el limbo. La primera caída en Heliópolis se debió a un cúmulo de factores. No estuvo fino el Betis en ataque, ni Goitia en la débil falta ejecutada por Cañas, ni el equipo en general en cuanto a recursos para penetrar en la tela de araña tejida por Narcís Julià. Todo ello frenó en seco la racha de ocho encuentros sin perder y dio un toque de atención al beticismo: a pesar del cambio, subir seguirá siendo una tarea ardua.

Pero volvamos a Emaná. No es el más talentoso de la plantilla, ni un líder dentro del vestuario. Sin embargo, su potencia y físico desequilibra... o desequilibraba. Y es que el africano no se entera de qué va la película con Víctor. Ya no vale el conducir excesivamente la pelota. Ya no sirven detalles de cara a la galería. Sus últimos partidos se muestran más como un estorbo a la elaboración del ataque que algo positivo. Elige la opción menos adecuada, presiona a ráfagas y se pierde progresivamente. Y ahí el Betis, Víctor, tiene un problema más grave que la pérdida ayer de tres puntos.

Perdido.

Frente al Girona, además, el problema del Betis fue el descontrol en el centro del campo. Iriney estaba perdido y Arzu desquiciado. Los de Julià dominaban la medular y estaba mejor posicionado. Sabían perfectamente qué hacer y, lo que es más importante, qué no hacer. Tan descolocado estaba el Betis que una inocente falta de Melli al borde del área fue letal. La convirtió en gol y tres puntos el ex sevillista Cañas gracias a la colaboración del 'pasito' al centro de Goitia. Ya estaba el partido como más querían los de Julià.

Quedaba tiempo, pero pocos recursos. Con el marcador favorable, el Girona juntó líneas y cerró caminos a un Betis demasiado previsible. Víctor actuó: Caffa a la izquierda, Pereira junto a Sergio y Emaná a la caseta. El Betis, más por invitación tácita del Girona que por fútbol y garra, jugó gran parte de la segunda parte en campo rival, pero sin peligro. Matamala era el jefe en el centro del campo. Moha inquietaba cada vez que quería a Melli (de lateral por la lesión de Damià). Cañas y Migue, impenetrables. Víctor se la jugó haciendo debutar al canterano Sergio León, perdido en una batalla demasiado grave para su preparación. El Betis se fue diluyendo al reconocer su falta de recursos para desordenar al rival. Un Girona con excesivo premio pero que baja de las nubes al Betis. Quedan 12 finales.