Marcos Márquez, un ídolo caído en la sombra

Marcos Márquez es a la Unión Deportiva lo que Raúl al Real Madrid: un símbolo que va más allá del dorsal y su jerarquía en el terreno de juego. Se lo ha ganado a base de bien: goles, carisma en la caseta, ascendente en una afición que valora su compromiso y bandera para las generaciones que vienen. Pero, al igual que el tótem merengue, Márquez es hoy noticia porque ha perdido el sitio. De ser el nueve de Las Palmas con plaza fija entre los elegidos a pasar a la reserva sin ni siquiera tener la oportunidad de romper a sudar. Así ocurrió, sin ir más lejos, el pasado domingo en el Rico Pérez frente al Hércules, en el duelo estelar con el líder de la categoría.

Márquez no polemiza con su nuevo rol. No se le conocen malos gestos ni acciones que remen contra la solidaridad interna, a diferencia de otros compañeros que sí airearon su malestar cuando dejaron de salir en la foto. Su comportamiento no ha dejado de honrar al escudo y desde el Consejo de Administración se bendice que conserve sus mejores virtudes profesionales aún con un panorama inédito para él desde que aterrizó en la Unión Deportiva.

"Estoy para ayudar, para sumar y para colaborar en que el equipo gane partidos. Lo de menos es pensar si juego o no, pues hay que mirar por el bien colectivo", repite a modo de letanía cada vez que se le cuestiona por la pérdida de sustancia en los planes de Kresic. Ha sido precisamente el técnico balcánico el pionero en arrinconar de esta manera al atacante andaluz, que nunca antes de amarillo vivió un ostracismo tan prolongado. En las últimas semanas ha sido integrante habitual en el banquillo y no se anuncia un cambio en su situación a corto plazo, salvo que medie sanción o lesión. Pero Márquez no desespera. Lleva tres goles hasta ahora. Es el primero en estar seguro de que a junio llegará con bastantes más.