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Liga BBVA | Zaragoza 1 - Atlético de Madrid 1

Ibra aplacó a un buen Zaragoza

Jarosik adelantó a los locales, que fueron mejores. El Atleti despertó por la roja a Reyes, desquiciado por el infame Teixeira. El senegalés empató en el 93'.

Ibra aplacó a un buen Zaragoza

El Atleti está tocado por una varita y, cuando le abandona el fútbol le rescata el azar. Ayer fue dominado con holgura por el Zaragoza durante más de una hora, pero acabó empatando con un gol de Ibra en el minuto 93 y con un hombre menos. El héroe más inesperado en el momento más desesperado. El mazazo deja a los de Gay cinco puntos por encima del descenso cuando ya se veía a siete y rozando un final de Liga muy plácido. Visto lo visto ayer, no debería preocuparse: el Zaragoza 2010 es un equipo de la primera mitad de la tabla.

Hasta el descanso, su superioridad fue evidente. Con una fuerte presión, Gabi en uno de sus días más inspirados y Suazo demostrando que es un delantero de primerísimo nivel. El Atleti ni veía la pelota ni parecía demasiado interesado en buscarla, en una de esas noches donde se delata como un equipo de motivación discontinua. A los 7 minutos, De Gea cometió uno de sus escasísimos errores al blocar el balón y cedió un córner que Jarosik cabeceó perfectamente a la red.

Tras el gol, el panorama cambió poco. El Zaragoza mandaba sin mucho peligro, pero con la sensación de que Suazo la iba a liar en cualquier momento. Pero como no sucedía, la lió Teixeira Vitienes, un desastre con silbato. Con los árbitros sucede como con los cazadores en los bares y, supongo, en la selva. Los hay francotiradores como Pérez Burrull, que sólo disparan cuando la presa es llamativa: supermodelos, penaltis, goles, expulsiones... Y luego están los que le tiran a todo, cualquier cosa les vale para saltar al escenario. El representante máximo es Teixeira, que convirtió un partido sin acciones polémicas en un berenjenal a base de no dar una.

Su víctima ayer fue Reyes. Como el utrerano está iluminado, hacerle falta es un recurso habitual para frenarle. Normalmente tiene castigo, pero Teixeira decidió que ayer era gratis. Pitó ocho faltas sobre él, pero dejó sin señalar otras cinco muy claras. Ponzio, perro viejo, vio clarísimo el filón: cuatro faltas le pitaron y todas fueron al utrerano pero, entre las que le perdonaron y el calentón del zurdo, le compensó. Todo este desastre explotó en el minuto 69, cuando un desquiciado Reyes soltó el brazo tras una falta de Eliseu y el árbitro entonces sí se puso duro y le echó pese a que el portugués le reconoció a Reyes que había exagerado porque "el árbitro estaba caliente" con el atlético.

Cambio.

Lo curioso fue que de todo este embrollo, el que salió más perjudicado fue el Zaragoza. Poco a poco se fue olvidando de jugar, Suazo quedó desconectado, Ander apareció menos, Gabi pasó de dominar el ritmo a pegar demasiado (hizo ocho faltas). Y el Atleti, que había sido una sombra con Agüero y Forlán totalmente ausentes, despertó por el cocktail de la adrenalina de la expulsión, el coraje inteligente de Tiago y, esta vez sí, los oportunos cambios de Quique.

Aprovechando el bajón físico rival, Salvio volvió a dejar buenas sensaciones esta vez con una cantidad de minutos significativos y, cuando ya nadie lo esperaba, Jurado se sacó un gran centro con su pierna mala al que Ibrahima entró como un toro para cabecear el empate. Fue un duro golpe para un Zaragoza que mereció más pero, como todos, acabó despistado en el esperpento de Teixeira.