SEMIFINAL | IDA | SEVILLA 2 - GETAFE 0
Jiménez sacrifica a Negredo por la final
El entrenador sevillista quitó al delantero internacional en el minuto 34 de partido para dar entrada a Romaric. A partir del cambio, muy criticado en el Pizjuán, el Sevilla contrarrestó el dominio del Getafe y Luis Fabiano validó, antes de retirarse lesionado, la arriesgada decisión de Jiménez con el primer gol de la semifinal. Mario, en propia meta, completó el infortunio azulón. Sí va ser talismán el sombrero de Del Nido, que ya se ve en la final.
Han alimentado la Copa en los últimos años y por lo visto hoy, lo van a seguir haciendo. Para el Sevilla ésta es la cuarta semifinal en cinco años y para su rival, la tercera. Con la final del 2007 en el recuerdo (ganó el Sevilla con gol de Kanouté), el Getafe, que tenía reciente el 1-2 de Liga en el Sánchez Pizjuán, mereció más premio tras una genial primera mitad. Sólo le faltó pegada, la misma que le sobró a un irregular Sevilla.
Era tal el repaso futbolístico que le estaba dando el Getafe en la primera mitad, que Manolo Jiménez arriesgó su propia imagen y credibilidad quitando en el minuto 34 a Álvaro Negredo, un delantero, para reforzar el medio del campo con Romaric, un centrocampista. El Sánchez Pizjuán, vibrante como siempre durante el himno, se echó encima de su entrenador con una sonora pitada no tanto por el cambio táctico sino por el palo moral que infringía Jiménez al 'pobre' Negredo, quien se retiró maldiciendo y sin ni siquiera mirar a su valedor.
Antes de la rectificación de Jiménez, quien asumió con el cambio su equivocado planteamiento inicial, el Getafe había dispuesto del Sevilla a su antojo y, aunque parezca aventurado, podría incluso haber goleado a los hispalenses.
Con una defensa insultantemente adelantada que favorecía la presión y con una viva circulación de balón ejercida por Boateng, Parejo y Pedro León, el Getafe atenazó al Sevilla, inmóvil y totalmente rendido en la medular. Zokora y Renato corrían sin sentido tras el balón y ni siquiera eran capaces de avisar a sus zagueros del inminente vendaval azulón que se les venía encima en cada jugada. Sólo 'San Palop', el artífice de que hoy hubiera fútbol en el Pizjuán tras aguantar valiente al Barcelona, y el desacierto de Manu del Moral posibilitaron que el Sevilla llegara a ese minuto 34 con empate a cero.
Primero el meta valenciano le paró un mano a mano al extremo tras una gran jugada, con autopase aéreo incluido, de Parejo. Y después, Del Moral no llegó en el segundo palo a otro gran pase de la muerte del omnipresente Parejo. Estuvo más rápido Adriano. Soldado, con un par de tiros que rozaron la escuadra sevillista, Casquero y Pedro León pudieron hacer justicia al gran juego de su equipo, pero en el fútbol ya se sabe, 'cuando perdonas, lo pagas'.
Cuando más suelto se sentía el Getafe, reaccionó Jiménez exponiendo su pescuezo ante el clamor popular. Después de sacrificar a Negredo, el Sevilla se recompuso. Romaric terminó con el dominio getafense y Luis Fabiano se sintió más liberado arriba. Al poco casi bate a Ustari, que reaccionó sacando una mano salvadora. La decisión fue arriesgada, casi kamikaze, pero a plazo corto le salió bien y el gol en el descuento (segundos por encima del añadido) de Luis Fabiano calmó la ira general, que se hubiera agrandado durante el descanso. A medio plazo, ya veremos cómo evoluciona su relación con el señalado Negredo porque quizás le necesite cargado de moral ante el Zaragoza dentro de tres días. Luis Fabiano se fue lesionado del hombro en el 66', salió Kanouté, y posiblemente no pueda jugar en Liga.
El Getafe no se desesperó por la injusticia del resultado y sabedor de que la eliminatoria es muy larga salió en la segunda mitad sobrio y defendiendo su filosofía de juego. Parejo se fue diluyendo con el paso de los minutos y Míchel, ya acostumbrado, le sustituyó por Albín para dar más mordiente a su ataque, pero la historia se volvió a repetir.
Esta vez no fue necesario sacrificar a nadie, bastó con tener fe. La fe de Navas, que volvió a marear a Mané en la banda y su pase ahora no encontró a Fabiano (porque ya no estaba), pero sí se topó con el desafortunado tacón de Mario, que introdujo el balón en su portería ante el estupor de Ustari.
La cara de Míchel al final del partido lo decía todo. El Getafe había puesto el fútbol, pero el Sevilla los goles. Y eso, en una semifinal de Copa es fulminante. Con este resultado, Manolo Jiménez encarrila el pase del Sevilla a la final, aunque para ello haya sido necesario amargar a un jugador que había resucitado al equipo hace tres días con dos goles ante el Valencia. Arriesgó y ganó, pero cuidado, aún queda otra batalla.