LIGA BBVA | DEPORTIVO 1 - REAL MADRID 3
Guti firma una obra de arte
El Real Madrid sigue en pie en la Liga después de ganar en Riazor por primera vez desde 1992. Pellegrini se entregó al talento y el equipo respondió con un gran primer tiempo en el que solucionó el partido. Nadie se lució más que Guti, quien se inventó un taconazo para que Benzema marcara en una de las acciones más brillantes de la temporada. Doblete del francés. Granero abrió el marcador y Riki convirtió el gol del Deportivo al transformar un dudoso penalti de Ramos.
Nadie se acordó de Cristiano Ronaldo y de su sanción y quizá tampoco nadie había reparado en quién era el árbitro hasta el penalti cerca del final. La polémica que alimentó la semana y revolvió de mala manera el mundo del fútbol se acabó cuando Guti cogió la pelota y firmó una obra de arte. Un buen contragolpe del Real Madrid llevó al '14' hasta Aranzubia y cuando estaba delante del portero sorprendió a todos con un taconazo para regalar el gol a Benzema. Simplemente genial. Una acción llena de talento y clase. Decía Picasso que la inspiración siempre le encontraba trabajando y eso le sucedió a Guti esta vez. Cuando se aplica, no le cuesta sobresalir. Siempre le sobró talento y le faltó concentración. Los genios son así, inconstantes, pero cuando están iluminados, nadie brilla más que ellos.
El partido ya se había comido 40 minutos y no fue una casualidad que se llegara a ese momento de máxima lucidez. El Madrid había sido el dueño absoluto del encuentro, quizá porque Manuel Pellegrini se decidió a poner a disposición del equipo todo el talento de sus jugadores. Formó un centro del campo en rombo con Xabi Alonso como único mediocentro, Granero a su derecha, Guti a la izquierda y Kaká en el vértice superior. En uno de los momentos más críticos de la temporada, con el riesgo de ver alejarse al Barcelona a ocho puntos, el Madrid decidió defenderse con la pelota, que es lo mismo que decir que salió decidido a mandar, convencido de que era el único camino para no perder el paso en esta Liga.
Es cierto que al Madrid se le despejó el panorama con la actitud del Deportivo en el primer tiempo, cuando se mostró demasiado tímido y muy incómodo, quizá porque no esperaba ese arranque impetuoso del Madrid. El equipo de Lotina cometió el error de no presionar la salida del balón del Madrid, de dejarle pensar y ahí entregó, además de la iniciativa, el partido. En la segunda parte, cuando a Valerón se le vació el depósito y el Deportivo se convirtió en un conjunto más físico, el choque se equilibró algo. No fue más que un espejismo, ya era demasiado tarde para intentar hacer daño a un Madrid que, cuando vio alejarse a las musas y comenzó a faltarle el aire, tiró de oficio para asegurarse un triunfo que no lograba en Riazor desde 1992.
Sólo se puso nervioso con un dudoso penalti de Ramos a Riki que éste mismo transformó. Faltaban cinco minutos para el cierre, pero el Madrid se encargó de despejar las dudas y acabar con cualquier ilusión del Deportivo con otro gol. Guti, quién si no, dirigió la jugada, abrió a Arbeloa en la derecha y el pase de éste lo convirtió en gol Benzema. El segundo del francés, que esta vez sí estuvo en el papel que se espera de él. Le sigue faltando algo de continuidad en el juego, pero ese es un virus que afecta a todo el equipo.
El inicio del Madrid fue magnífico, de lo mejor de este curso junto al encuentro contra el Valencia en Mestalla. Allí no estuvieron ni Kaká, que esta vez participó más en el juego, ni Cristiano. El portugués es junto a Messi el mejor del mundo, un futbolista importantísimo para el conjunto, pero da la impresión de que el equipo ha aprendido a sobrevivir sin él antes que quienes ocupan los despachos.
Avisó Benzema con un tiro magnífico desde fuera del área al que respondió Aranzubia con una parada no menos brillante. Debió aplicarse a fondo el portero y salió airoso del trance. Nada tuvo que ver en los goles. El primero llegó cerca del cuarto de hora, cuando un error de Laure, que cabeceó hacia atrás, permitió a Granero marcar de cabeza. Lo volvió a intentar después Benzema y más adelante Raúl, y a los dos los frenó Aranzubia. Con el encuentro acercándose al descanso llegó esa genialidad de Guti que permite seguir ilusionándose al madridismo.
En el segundo tiempo el juego del Madrid fue más deshilvanado y el Deportivo planteó algo más de batalla. Insuficiente para revertir la situación. Y es que quizá fue una lucha ficticia, que se produjo porque lo permitió el Madrid. Granero y Kaká aparecieron menos y al equipo le afectó en la creación. En defensa continuó viviendo con tranquilidad y no nos acordamos de Casillas hasta ese penalti que convirtió Riki. Ramos y Albiol formaron una excelente pareja en el centro de la zaga y solucionaron con solvencia cualquier amago de ataque. Bien secundados por Arbeloa, un futbolista que conoce como pocos el oficio de defender. Hasta Marcelo pasó inadvertido hasta ese penalti que nació por su banda.
Nadie es perfecto y aunque este Madrid lució esta vez más que de costumbre, la perfección aún le queda muy lejana.