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LIGA BBVA | Real Madrid 2 - Málaga 0

Cristiano lo hace todo

El Real Madrid, al que le sigue faltando fútbol, construyó la victoria sobre la sociedad formada por Guti y Cristiano. El primero fue el ideólogo de las jugadas y el portugués firmó los goles. Después Cristiano mostró su lado más salvaje y decidió expulsarse. Se ganó con justicia la roja por dar un codazo a Mtiliga. Es la segunda vez que es expulsado en el Bernabéu y las dos con justicia.

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<b>DOBLETE Y ROJA.</b> Cristiano Ronaldo logró los dos goles del Madrid y fue expulsado por dar un codazo a Mtiliga.
DOBLETE Y ROJA. Cristiano Ronaldo logró los dos goles del Madrid y fue expulsado por dar un codazo a Mtiliga.AP

Intentar descifrar con algo de lógica el juego del Real Madrid comienza a ser una misión casi imposible. Un diván y muchas sesiones de psicólogo deberían servir para realizar una primera aproximación si uno quiere ser profundo, minucioso y pretende no caer en la locura. Tenemos también otra variante, una explicación más simple, pero tan contundente como evidente: el Madrid tiene a Cristiano Ronaldo. A eso puede reducirse sin temor a equivocarnos el porqué el Madrid gana determinados partidos. Cuando el juego no aparecía, cuando el público se impacientaba, cuando el Málaga empezaba a creérselo emergió la figura de Cristiano para acabar con los pitos a cañonazos. Ese es su lado amable, pero también tuvo tiempo de mostrar su lado salvaje. Fue a falta de 20 minutos para el cierre, cuando decidió solucionar con un codazo los reiterados agarrones de Mtiliga, al que mandó con ese golpe a los vestuarios. Así es él, pero así no debería ser y alguien tendría que esforzarse por corregirle.

Con acciones como esa, Cristiano da alimento a sus detractores, que siempre encontrarán excusas para censurarle. Sentadas las bases de lo que nunca debe hacer un profesional, centrémonos en su fútbol. Habrá quien diga que su juego no hace mejores a sus compañeros y hasta puede eclipsarles o molestarles su formar de comportarse sobre el campo, pero Cristiano consigue ganar partidos él solo, facultad reservada sólo a los elegidos. Esta vez tuvo la inestimable colaboración de Guti y sobre esa sociedad construyó el Madrid la victoria contra un ordenado y más que decente Málaga. El portugués firmó los dos tantos y en ambos tuvo una participación destacada Guti.

Esperar ver continuidad en el juego del Real Madrid comienza a ser un acto de fe y quizá haya que renunciar a ello y mentalizarse de que al Bernabéu se va a ver otra cosa. Habrá que conformarse con detalles aislados y con ellos habrá que ilusionarse y sobrevivir. Hay crisis de espectáculo. Fueron tan elevadas las expectativas que se crearon, tanto el glamour que se vendió, tantos los millones de euros invertidos que ahora todo parece insuficiente. Saben a poco las aisladas galopadas que recuerdan que una vez Kaká fue el mejor del mundo, se esperaba celebrar más goles de Benzema, que quizá se los dejó olvidados en la mudanza a Madrid, se confiaba en un mayor criterio de Ramos en sus incorporaciones al ataque, se soñaba con que Pellegrini se atreviera, al menos en el Bernabéu, a entregar el mediocentro a Xabi Alonso, que tropieza una y otra vez con esa sombra que es Lass. Todo eso se esperaba y muy poco se ha visto. Pero siempre quedará Cristiano, quien acudió al rescate cuando más se empinaba el camino.

El Madrid atravesó un desierto de media hora. Su juego era embarullado, un auténtico lío y sólo la calidad de sus jugadores permitía pensar que cuando pisaran el área todo sería posible. El Madrid no construye y sólo con pegada no podrá acabar siempre con la resistencia de los rivales. Sigue renunciando a las bandas, amontona gente en el centro del campo, por momentos sus futbolistas parecen estatuas, apenas se ofrecen al compañero y un poquito de orden es suficiente para desmontar el invento de este Madrid, que sólo parece feliz al contragolpe. El equipo acaba metido en un túnel a oscuras en el que sólo Cristiano parece saber dónde está el interruptor de la luz.

Y es en estas situaciones cuando quedan al aire las deficiencias de Lass, al que se le puede elogiar su capacidad de sacrificio, su entrega y la perseverancia que demuestra cuando corre detrás de un balón o de un rival. La utilidad del francés acaba ahí. Xabi Alonso es capaz de hacer el mismo trabajo defensivo que él y además pierde menos balones, acostumbra a dárselos a un compañero.

Guti apareció en la alineación para aportar algo de lucidez, visión de juego y pase entre líneas, virtudes que no abundan por el Bernabéu. Le costó aparecer, pero cuando lo hizo fue para decidir el encuentro junto a Cristiano. Superada la media hora conectó con Benzema, que tocó sobre Kaká, quien a su vez se la puso a Cristiano para que el portugués marcara. Una acción rápida, ejecutada al primer toque. Todo lo que no había hecho hasta entonces el Madrid. Apenas tres minutos después Guti le regaló un pase entre líneas a Cristiano, que desde el borde del área fusiló a Munúa. Un misil teledirigido.

Otra vez Cristiano y otra vez un gran pase de Guti. Sus pases son geniales, magníficos, desequilibrantes, pero parecen todavía mejores por su excepcionalidad, porque el Bernabéu perdió hace tiempo la costumbre de ver cosas así con regularidad.

El partido pareció acabar ahí y se adivinaba que todo lo que viniera después, como lo que sucedió antes, sería prescindible. Pero Cristiano se empeñó en acabar con la normalidad con ese mencionado codazo a Mtiliga. Fue una acción aislada en un partido tranquilo, al que en ese momento le invadía un sopor importante. Ya no estaba Guti sobre el campo, sustituido poco antes por Granero, y que se fue a los vestuarios con el público puesto en pie. En el descanso, Marcelo había ocupado el puesto del lesionado Garay, con lo que Ramos actuó todo el segundo tiempo como central. No hubo oportunidad de medir su rendimiento, porque el Málaga apenas atacó tras la reanudación. Su capacidad ofensiva se agotó en esa carambola que dio con el balón en el larguero de Casillas o ese ataque que obligó a Iker a un doble despeje de cabeza en el borde del área. Todo ello sucedió en la primera parte, cuando Cristiano todavía no había aparecido. Después surgió para firmar todo lo bueno y lo malo que se vio en un encuentro en el que se volvió a ver sobre el césped del Bernabéu a Raúl, sustituto al final del disperso Benzema.