Fútbol en pleno barro

Si al fútbol lo definieran las estadísticas, éste sería un encuentro miserable. El retrato numérico del Zaragoza y el Xerez posee el perfil de un estrambote. Y vale cualquier otra metáfora del feísmo: uno lee los datos y éstos son los peores equipos en casi todos los órdenes. Lo que, sumado, da su posición en la tabla. Sin embargo, el fútbol está hecho de materiales mucho menos objetivables que los simples números, y en la composición de un partido de fútbol intervienen unos cuantos intangibles. El más notable de todos, esta tarde, la imperiosa necesidad de un triunfo. No existe materia más inflamable en este juego que la emoción angustiada. Zaragoza y Xerez se juegan la esperanza, una de esas cosas por las que uno debe apostar en un campo de fútbol, jamás en un casino.

El Zaragoza está desesperado; el Xerez... bueno, el Xerez menos. Y en eso basa su oportunidad. Los andaluces tienen mejor asimilado su papel en la Liga. La lucha por la supervivencia iba a ser su leit-motiv del año de un modo u otro, aunque de la exigencia nadie se salva, como sabe Ciganda. Esa cierta levedad del ser juega en contra del Zaragoza. el Zaragoza carga no tanto su condición de recién ascendido como el peso de la historia, lo que de verdad define a un club y su afición. En el barro, sus piernas le pesan más que a los jugadores andaluces.

En el Zaragoza debutan hoy dos recién llegados (Suazo y Jarosik); en el Xerez, el entrenador, Poyatos, que tiene el cartel de transitorio. También lo tenía Gay y ahí está, en plena y larga batalla: una victoria en las doce últimas jornadas. Para el sitio de Stalingrado de hoy tiene al invierno como aliado: tres fichajes han llegado en enero, hasta ahora, y los tres serán titulares. La gran esperanza está puesta en el cañón de Suazo, un chileno que hace fuego antes de preguntar. Jarosik se alineará junto a Pulido y Eliseu entra por Pennant.

El Xerez llega a La Romareda con demasiadas bajas y un Keita que viene de una lesión de rodilla. El equipo azulón trae pocos defensas, gol escaso y... ningún complejo. A estas alturas, no hace rehenes ni negocia empates. Sabe bien que el Zaragoza no puede mirar por encima del hombro a nadie y está dispuesto a complicarle la existencia, ésta y la próxima.