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Liga Adelante | Las Palmas 1 - Celta 1

Fútbol en la indigencia

Márquez evita en el 89' la victoria de un Celta indolente.

Valentín De Félix
<b>VOLVIÓ A MARCAR. </b>Marcos Márquez, que en la imagen pelea un balón dividido con Noguerol, anotó el gol del empate al final.
VOLVIÓ A MARCAR. Marcos Márquez, que en la imagen pelea un balón dividido con Noguerol, anotó el gol del empate al final.carlos díaz-recio

La mediocridad campó a sus anchas ayer en el Gran Canaria. Las Palmas y Celta se empeñaron en hundir el escaso cartel que tenía el encuentro y se entregaron a un juego residual que acabó por expulsar a los aficionados del estadio y seguro que también de delante del televisor. Los dos goles, al principio y al final del duelo, sin duda, fueron lo más extraordinario que vieron los ojos de los pacientes espectadores que cambiaron un agradable paseo prenavideño por el solar futbolístico que se ha convertido desde hace más de un mes el recinto de Siete Palmas. Célticos y canarios en el último partido del año rivalizaron en desaciertos que desembocaron en una lógica igualada con diferente sabor dependiendo a qué protagonista se consulte.

El Celta sólo tardó cuatro minutos en poner patas arriba a la Unión Deportiva. El gol de Toni agudizó la ansiedad de los anfitriones, que no conocen el triunfo desde el pasado 7 de noviembre, y exasperó demasiado pronto los ánimos de un graderío al que hace tiempo se le borró la sonrisa y ayer se comenzó a enterrar su ilusión. Los hombres de Eusebio se encontraron con un enorme botín de manera inopinada y empezaron a remar a ralentí y de manera despreocupada. Un poco de control defensivo y algunas gotas en ataque mantuvieron en guardia a Pindado, que no precisó de emplearse a fondo.

Guayre, al que las lesiones lo siguen maltratando, tuvo una ocasión inmejorable para empatar el partido, pero su tanto fue anulado por el asistente en una jugada que permite discusiones sobre la apreciación y la aplicación de la norma del fuera de juego. Habitualmente ocurre que una acción que altera el ritmo cardiaco espolea a uno de los dos contendientes, pero ayer no hubo ni rastro de sutileza y menos aún de bravura, a pesar de las aplaudidas carreras de Salomón Rondón.

En los minutos de relleno que trascurrieron entre el primer y el último gol del partido, el Celta, que careció de mordiente necesaria, se bastó con el orden, mientras que Las Palmas luchaba contra sus fantasmas, los murmullos de la hinchada y el miedo al fracaso. Este inventario de rémoras es razón más que sobradas para ser imprecisos como jugadores principiantes o elegir siempre la peor opción.

Sólo Márquez, que literalmente se partió ayer la cara, puso intención a la historia. Media hora antes de su gol chutó un remate cruzado al palo del córner y después, entre bostezos y el conformismo celeste, cazó de volea un centro de Sergio, que con ayuda del césped y quizás de Falcón acabó en la red. Estaba el asunto tan frío que, a pesar de ser el último minuto, casi ni se celebró. El reparto de puntos rozó la indigencia y el cierre del año es siniestro.