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Liga BBVA | Atlético de Madrid 1 - Villarreal 2

Llorente reabre la herida atlética

El Villarreal hizo justicia en el 91'. Simao marcó el 1-0 y Fuster igualó tras el descanso. Asenjo evitó un mayor daño. Bronca del Calderón a palco y equipo

<b>DERROTADOS. </b>Camacho, Ujfalusi y Asenjo reflejan la desesperación del equipo al volver a perder un partido en los últimos minutos del encuentro.
DERROTADOS. Camacho, Ujfalusi y Asenjo reflejan la desesperación del equipo al volver a perder un partido en los últimos minutos del encuentro.

A los siete minutos, el Calderón ya soñaba con que llegara el final, no tanto por mantener el empate como por ahorrarse congelarse de frío presenciando el nuevo papelón de su Atlético, que se veía venir y vino. En esos escasos 420 segundos, David Fuster, un desconocido para la mayoría hasta ayer, había dejado su tarjeta de visita con tres ocasiones clarísimas, que un inspirado Asenjo logró desbaratar. Los de Quique saltaron al campo derrotados, como si asumieran que la baja definitiva de Kun les convertía en víctimas seguras. Y así fue.

Eso sí, como tantas veces, la derrota le llegó al Atleti de la manera más dolorosa posible. Llorente logró el 1-2 cuando menos apretaba el Villarreal, ya en el último instante, como les sucedió a los rojiblancos ante Almería, Mallorca y Depor. El Atleti es la peor novela posible: mal principio, desarrollo irregular y final previsible. Pero más allá del momento del gol, ganó el que más méritos hizo. El Villarreal marcó la pauta desde el inicio, tocando y moviéndose, presionando fuerte, recuperando rápido y avanzando con precisión cirujana. Al frente de las operaciones, un enorme Senna, más centrocampista que cualquiera de los que ha vestido la rojiblanca casi desde los tiempos de Pantic.

Al control amarillo ayudó la soledad de Assunçao, que no daba abasto rodeado de Senna, Bruno, Fuster, Cani y Cazorla. Sin Agüero, Quique improvisó un 4-1-3-2, con el brasileño abandonado a su suerte y Maxi disfrazado de delantero. La baja de Kun desnudó la escasez de plantilla atlética, cuyos suplentes tenían menos picante que la comida de un asilo. Mientras, el Villarreal, al que le faltaban Pires e Ibagaza, lucía un banquillo plagado de recursos: Llorente, Escudero, Nilmar, Pereira... Quique dice que no necesita refuerzos. Empleado aplicado.

Rodillo.

Tras el triple aviso de Fuster, un pase de la muerte de Cani deambuló por la línea sin que nadie le quisiera y Rossi, listísimo toda la tarde, rozó el palo con un disparo colocado. Había pasado media hora y el único peligro del Atleti lo habían creado Godín y Marcano, los centrales del Villarreal, cuya inseguridad no habría desentonado en la defensa del Atleti. Palabras mayores.

Reyes, otra vez notable, vio claro por dónde hincar el diente: filtró un pase magnífico a Simao y éste definió bien. Sin comerlo ni beberlo, el Atleti se fue ganando al descanso y pudo sentenciar si el jugador anteriormente conocido como Maxi no se hubiera aturullado solo ante Diego López.Pero Fuster culminó su magnífica puesta de largo al empatar de cabeza nada más empezar la segunda parte. Al mediapunta canterano le ha costado llegar a la élite (tiene 27 años y la temporada pasada jugó en el Elche) pero, por lo visto ayer, piensa quedarse.

Tras el 1-1, el Villarreal siguió dominando, aunque con menos ímpetu. Aún así, Godín tuvo el gol, a placer en el punto de penalti, pero se reivindicó como central y despejó en vez de rematar. En el Atleti, con un Forlán horrible, Simao y Reyes lo intentaron hasta que la lesión del zurdo, al caer fatal ante una salida de Diego López, pareció firmar la tregua. Sin embargo, Llorente tenía otros planes: hacer justicia, renovar el sueño europeo del Villarreal y encender al Calderón, que abroncó al palco y a su equipo. Normal, porque vuelve a diluviar.