Liga BBVA | Sevilla 2 - Málaga 2
Luis Fabiano apaga la épica
El brasileño salva un punto ante un Málaga que jugó con fe. Muñiz gana crédito con el punto. Negredo estuvo cegado y el Sevilla no durmió colíder
El Málaga tocó tanto el cielo con los dedos que salió amargado de Sevilla, donde hubiese firmado un punto con los ojos cerrados antes de empezar el partido. Pero no después de ir ganando 0-2 con esa magia especial que le persigue cada vez que juega en Sevilla, donde siempre le da un mal rato al eterno rival. Pero el Málaga, desactivado Negredo, que se marchó desesperado, no le echó la red a Luis Fabiano. El brasileño, jugador total, empató el partido y salvó al menos un punto en un partido difícilmente descrifrable, porque el Sevilla tuvo el balón y las oportunidades en la primera parte y el Málaga se fue ganando 0-2 gracias a Fernando, Duda y la falta de intensidad de la defensa del Sevilla. Sin embargo, después de liberarse y justo cuando se sintió más seguro, recibió dos estacazos del Sevilla que no conformaron a su afición, que esperaba un triunfo para acostarse líder y se marchó decepcionada y preguntándose qué demonios puede pasarle a Negredo, delantero excepcional que no ve puerta en el Pizjuán. Menos mal que ayer tuvo a Luis Fabiano para arreglarlo. Muñiz salva el puesto pero su plan, casi perfecto, tuvo un botín cortísimo.
El primer capítulo de la historia tuvo un desarrollo inesperadísimo. Empezó frío el Sevilla y su gente. El Málaga no, se juega la vida por domingos. Tal vez Muñiz miró con atención el vídeo del año anterior. Bunkerizó a su equipo con dos líneas (una de cuatro más cinco centrocampistas) y echó a Obinna a pelearse contra el mundo. Frágil de moral, disminuido por la ausencia de Weligton, era difícil dar algo por los blanquiazules en un estadio como el Pizjuán, prácticamente infranqueable. Pero el Málaga se tiene fe en Sevilla y no recibió los dos primeros avisos de Negredo y Luis Fabiano como una amenaza seria. Poco después llevó al área de Javi Varas, que aguantó en la titularidad por Palop, y sacó un par de córners con sentido. Blando, el Sevilla no terminó de sacar el balón y Fernando, ex bético que jugaba dos derbis en uno, intuyó dónde despejaría Varas un balón y lo empujó con la tranquilidad que un día le permitió hacer 14 goles en el Valladolid. Fernando corrió hacia el banquillo porque el gol del Málaga fue el éxtasis.
El Sevilla se enteró entonces de qué iba el partido. Pero con 0-1. Combatió las muchas faltas del Málaga como pudo y llegó con velocidad, pero su famosa pegada ayer estaba de vacaciones. Nadie mejor que Negredo para representar la impotencia del Sevilla. El vallecano, que no ha marcado en casa en toda la Liga, no acertó ni a metro y medio de la portería después de un rechace en el palo. Cayó en el suelo abatido. Hasta Munúa tuvo que consolarlo. Los 40.000 sevillistas que había en el campo también le dieron un empujón. Pareció increíble que el Sevilla no hiciese un gol, pero el Málaga encontró la fortuna que no había tenido en todo el curso. Fernando le pegó en semifallo y la pelota cayó en Duda, que clavó el segundo puñal y se señaló la camiseta. Él también valía para el Sevilla. 0-2 al descanso, el Sevilla asistió atónito.
El segundo capítulo empezó igual, con Negredo rematando contra Munúa y el Málaga cada vez más descarado. El Sevilla necesitaba una voz, un cambio, algo. Salió Kanouté y, como un acto reflejo, marcó Luis Fabiano. El Málaga pensó entonces que el partido se le haría eterno, pero no se acomplejó y buscó el tercero. Un partido roto, pizarras a la basura, precioso para el espectador. Baha tuvo el tercer gol del Málaga en las botas pero el que marcó, otra vez, fue Luis Fabiano, insaciable, hambriento.
Para los blanquiazules el punto supo a poco en la ducha pero reforzará sus valores para el futuro inmediato. De momento, llevan sin perder desde el pasado 9 de noviembre y eso ya es algo. Tampoco es de esperar que el empate rebaje el ánimo del Sevilla, pero sí le servirá para reflexionar. Tendrá muchos partidos así.