El Barcelona no se dejó dos puntos en San Mamés, sucedió más bien que el Athletic ganó el suyo con absoluta justicia, lo cual aparte de la ganancia que supone para los rojiblancos, que se asientan en la zona templada de la clasificación, se traduce en que el campeón llegará al clásico del próximo fin de semana por detrás del Real Madrid, con lo que ello implica en el plano psicológico.

Fueron las consecuencias de un partido intenso, donde el Barça amagó y no acabó de golpear, al menos como hubiese requerido para que su rival hincase la rodilla. No lo hizo porque no pudo, el Athletic planteó el asunto con enorme seriedad y explotó las deficiencias de un grupo que adoleció de decisión y profundidad. Tuvo la pelota el once de Guardiola, como siempre, o menos quizás, pero enfrente se lo dejaron claro desde el arranque y las ocasiones escasearon.

Caparrós armó su equipo más de lo habitual, con Gurpegi y Yeste escorados en la línea de medios. Los rojiblancos pretendían poner pegas a la circulación azulgrana y esa fue la primera medida, la segunda consistía en establecer la presión muy arriba, especialmente si el juego lo iniciaba Valdés. Todo ello, aderezado de la dosis adecuada de agresividad, logró incomodar al campeón, aunque no le privó de la posesión.

La tónica no impidió que Messi pusiera por dos veces a prueba a Iraizoz, la segunda en un nítido mano a mano, pero tuvo además un efecto negativo para el Athletic, que quedó abocado a la contención, careció de confianza y argumentos en ataque, de modo que el choque fue derivando hacia un monólogo visitante.

Obsesionados con no dejar hacer, los rojiblancos apenas ligaron dos pases, mientras Pedro, Messi y compañía de vez en cuando lograban saltarse las alambradas, certificando su inequívoca voluntad de sumar tres puntos.

Lo cierto es que la ofensiva azulrana se fue diluyendo, Messi dejó de asomar desde que Gurpegi centró su posición y la primera mitad terminó disputándose en terreno catalán y con Javi Martínez fallando un cabezazo en boca de gol, a servicio de Yeste. Hubiera sido la guinda al trabajo de zapa desplegado por un Athletic que podía irse al descanso satisfecho: el partido seguía abierto, totalmente.

Los goles.

Pero el cántaro se rompió de manera inesperada, la primera subida en toda la noche de Alves la captó Xavi y el brasileño cruzó raso a la red. Con la inmediata entrada de Toquero, quiso el Athletic tocar a rebato, aguantar ya no le valía, y le salió redondo. Con Alves tocado, Toquero aprovechó una peinada de Llorente y puso el empate.

No se conformó con eso el Athletic, el Barça empezó a sufrir como seguramente no esperaba. El partido adquirió una marcha más, ahora en doble sentido. Ni Messi ni Llorente estaban para esos trotes, a juicio de los técnicos, sí en cambio Susaeta, Toquero o Xavi, que puso en córner en la frente de Piqué y luego probó desde la frontal.

El tramo final se consumió sin nada reseñable. El Barça no podía percutir y el Athletic mantuvo el tipo impulsado por el suculento botín que firmó Toquero.