Tiqui-taca demolido

Liga BBVA | Sevilla 3 - Villarreal 2

Tiqui-taca demolido

Tiqui-taca demolido

morenatti

Luis Fabiano y Kanouté ganan al preciosista Villarreal.

Hoy que se cumplen veinte años de la caída del Muro, ningún momento mejor para explicar dos estilos antagónicos. Ayer ganó el del Sevilla, digamos más capitalista, pragmático. De optimización de esfuerzos. Latigazos y pegada. Tres fogonazos en tres jugadas idénticas reventaron el otro método, el del Villarreal, preciosista, de toque, triangulación y apoyo, mucho más cerca de la utopía, admirable. Su líder, Valverde, delfín del que se fue, Pellegrini, pensó un partido para ganar metro a metro, a través del balón. Abrumado por las bajas (Cazorla, Senna, Nilmar, Ibagaza, Llorente...) no tenía otra solución que llenar de jugadores el centro del campo y conquistar el partido como una idea. El plan pareció de usar y tirar antes del minuto diez, porque Luis Fabiano agarró a lo Ibrahimovic un balón casi en el cielo, se lo acomodó y marcó un golazo: 1-0. Y sin avisar, de pronto, el Sevilla se borró del mapa.

Pires, metrónomo del Villarreal, empezó a jugar de tiralíneas. Se asoció con Eguren, Bruno, Cani, Fuster, le escondió la pelota al Sevilla y luego buscó a Rossi para hacer temblar a Squillaci y Navas. Maravilla el fútbol de Rossi, que se vuelca a las dos bandas, protege el balón de la maravilla siendo un futbolista diminuto y tiene una cintura millonaria. El Villarreal de la utopía silenció el Pizjuán y su estética propuesta tuvo resultado pronto. Pires se inventó con Fuster una pared de las que firmó en su tiempo con Henry, Ljunberg o el mismo Reyes en el Arsenal, empató el partido y se llevó el balón al centro del campo, hambriento. Noqueado, el Sevilla se fue al vestuario groggy y regresó peor. Su desorientación tocó fondo cuando Fuster aprovechó otra aproximación de Pires, tácticamente perfecto, para hacer el 1-2.

Y, de pronto, ¡chas!, el Sevilla cogió el cable, se enchufó y zarandeó al rival. Como el día y la noche, explicando así que no le hace falta ser constante en los partidos, que le bastan dos ramalazos, el grupo de Jiménez remontó a lo grande el partido a lomos de Luis Fabiano y Kanouté. El primero celebró a lo grande su cumpleaños número 29 con los dos goles. Lo de Kanouté fue una noticia más feliz incluso para el Sevilla, porque el malí apenas se entrena durante la semana y, aunque mima su cuerpo con profesionalidad, cada año tarda más en alcanzar su punto exacto. Ayer, sin embargo, pareció exuberante durante media hora. Kanouté cambió al Sevilla, que recibió su entrada como una inyección anímica y la trasladó al campo. Con el Villarreal sin fondo de armario (jugó el filial Gullón), era imposible otra vuelta de tuerca a este choque de estilos que estuvo cerca del armisticio y que terminó con el Sevilla demoliendo el tiqui-taca y con una petición: que le guarden sitio en las conversaciones por la Liga.