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Liga BBVA | Atlético 1 - Mallorca 1

Nueve héroes y una banda

El Atleti, con dos más y dos penaltis a favor, hizo el ridículo. Borja Valero empató en el 91'. Lección de Manzano. Quique vio el desastre en el palco

<b>TRISTE. </b>De Gea lamenta en su portería el gol que marcó Borja Valero, en el que falló el guardameta, y que supuso el empate final en el Calderón.
TRISTE. De Gea lamenta en su portería el gol que marcó Borja Valero, en el que falló el guardameta, y que supuso el empate final en el Calderón.

La afición del Atlético no daba a basto a final del partido. Su amor por el fútbol, por las historias de heroísmo y épica, el recuerdo de que antes, hace una eternidad, su equipo le regalaba a menudo tardes así, le llevó a dedicar una ovación cerrada al Mallorca. Su desesperación con unos jugadores impotentes e histéricos le impulsó a abroncarles con ira mientras se retiraban, humillados, al vestuario. Su indignación con una directiva que encadena ya tantos años de fracaso que lo de la grandeza del Atleti suena a historia de viejos, provocó que se girará al palco y corriera hasta la puerta 0 para clamar contra Cerezo y Gil Marín. Pobre Quique, donde se ha metido.

El nuevo técnico lo vio todo desde el palco, entre Pitarch y su agente, Manolo García Quilón. Si no se le pasó por la cabeza pedirles que rompieran el contrato, Quique es un santo. Porque de todos los ridículos que suma el Atleti esta temporada, el de ayer fue el mayor. Muñiz estaba dadivoso y pitó dos penaltis por mano del Mallorca, claro el de Josemi y dudoso el de Ramis, que implicaron la expulsión de ambos. Y ni así. Forlán falló el primero y marcó el segundo mientras Manzano parecía desesperarse con el árbitro.

Pero sólo lo parecía, porque con nueve jugadores, 1-0 en contra y 40 minutos por delante, Manzano le dio un cursillo intensivo a Santi Denia de lo que es un entrenador. De alguna manera, su 4-3-1, con Mario Suárez y Borja Valero convertidos en superhéroes y Webó probando los límites de esfuerzo del ser humano, se comió al Atleti. Cada rechace era para el Mallorca, que en defensa siempre estaba en su sitio y en ataque llegaba en superioridad. ¿Milagro? No, trabajo.

Lo cierto es que la tarde ya había empezado rarita para el Atleti, cuando Santi, demostrando que a los entrenadores les basta un día para creerse Edison, decidió castigar a Asenjo por alguna cuita pendiente de la era Abel y premiar a Maxi a costa de Jurado, sin que al argentino se le conozcan méritos esta temporada. Durante un cuarto de hora pareció que el experimento funcionaba y el Atleti rozó el gol varias veces con un Kun muy enchufado. Pero a los 20 minutos Castro se comió a Pablo y dio un avisito que al paranoico Atleti le pareció la madre de todos los sustos.

Fallos.

Y el nerviosismo se tornó en histeria cuando Forlán, en un estado anímico preocupante, lanzó fuera el penalti de Josemi a los 26 minutos. Si a los 34' Webó llega a recordar el pequeño detalle de rematar cuando se plantó solito ante De Gea, el descanso en el Calderón habría sido dramático

El destino (y Muñiz) parecieron darle un respiro al Atleti nada más volver al campo con el segundo penalti y la segunda expulsión. Esta vez Forlán sí acertó, pero el esperado paseo posterior se convirtió en un maratón por el Himalaya en ropa interior. Manzano movió sus piezas y lo imposible se convirtió en cantado. Sólo Reyes (sí, en serio) entendió que había que buscar el segundo. Los demás recularon aterrorizados, la mejor manera de meter en un lío al inexperto De Gea. En su primer error, Webó cabeceó al poste y en el segundo, ya en el 91', Valero marcó en coproducción con el portero. Fue justo como premio y como castigo. Quique no tiene que entrenar, tiene que hacer magia.