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LIGA BBVA | ATLÉTICO DE MADRID 1 - MALLORCA 1

Gregorio Manzano hurga en la herida del Atlético de Madrid

El Atlético de Madrid dejó escapar el triunfo en el minuto 91 cuando Borja Valero batió a De Gea. Los de Santi no pudieron batir a un Mallorca con nueve jugadores. Forlán hizo el gol de penalti pero en la primera parte falló otra pena máxima.

DAVID F. SANCHIDRIÁN
Atlético 1 - Mallorca 1
Atlético 1 - Mallorca 1

Se veía venir. Y es que el Atlético de Madrid siguió jugando a lo mismo. De poco sirve que Santi busque la revolución del día porque este equipo está hundido psicológicamente. Hoy, con la mesa servida para darse un banquete, el equipo ha dejado escapar una victoria en el tiempo de descuento ante un Mallorca incansable que ha jugado con nueve futbolistas desde el minuto 51. El Atlético sigue con un triunfo en su casillero y la herida está más abierta que nunca. Muchas curas va a tener que realizar Quique Sánchez Flores para levantar a un equipo destrozado.

Sorprendiendo a propios y extraños. Así se tomó Santi Denia su efímero paso por el banquillo del primer equipo del Atlético de Madrid. La revolución encargada a Quique Sánchez Flores, que siguió el encuentro desde el palco del Vicente Calderón, la comenzó el que fuera segundo de Abel dejando en el banco al meta Asenjo, fichaje estrella de este verano, y apostó por el canterano De Gea que entusiasmó hace unas semanas a la afición rojiblanca. La limpieza no finalizó en el arco ya que Pablo y Maxi, habituales suplentes con Abel, tuvieron su turno en los puestos de Perea y Cléber.

El que también altera a su antojo y los malabarismos le salen a pedir de boca es Gregorio Manzano que este verano veía como seis de sus titulares abandonaban la isla y por el aeropuerto de Son Sant Joan no aparecía ningún recambio al gusto del jienense. Aún con eso, los bermellones encaraban al Atlético en la quinta plaza, sin la pólvora de Aduriz, pero con Valero y dos puntas para soltar las redes en aguas revueltas. Pero los rojiblancos no estaban dispuestos a escuchar silbidos y buscaron la hermandad con el público desde el comienzo a base de ocasiones. La primera vino tras una internada de Forlán pero Ramis obstaculizó involuntariamente al uruguayo sin que Muñíz Fernández viera pena máxima. El Atlético mordía, sin mucha fuerza, pero mordía. La afición lo agradecía con los primeros aplausos y Maxi a punto estuvo de firmar las paces al meter la puntera cuando recibió un balón bombeado de Agüero.

No era un fútbol fastuoso el que se veía en el Vicente Calderón. Las líneas atléticas barrían hacia arriba y el Mallorca quedaba oprimido en su área, incapaz de hilvanar jugadas y obligado a hacer faltas tácticas que marcó con amarilla a los defensas Josemi y Ramis al cuarto de hora. Pero el Atlético no está para especular y en cuanto el Mallorca se sacudió del dominio local, que llegó tras el disparo desviado de Castro, los nervios aparecieron en el terreno de juego y se contagió rápidamente a la grada. El Atlético de Madrid está enfermo y la mejor cura llegó con doble pastilla en forma de penalti y expulsión. Josemi, con tarjeta desde el minuto diez, tapó un disparo dentro del área y el colegiado no dudó en cargarse al lateral. El Vicente Calderón ya se frotaba las manos cuando vio aparecer a Forlan, un lanzador que raramente marra una pena máxima, pero hasta las estadísticas dan la espalda a este equipo y el uruguayo mandó el lanzamiento desviado a su derecha.

Aún así no había motivos para encender todavía todas las alarmas. Quedaban 65 minutos de superioridad numérica para buscar la segunda victoria de la temporada. La expulsión de Josemi obligó a Manzano a quitar al atacante Víctor y meter a Corrales, dejando solo en ataque a Webó. Por las botas del camerunés pasó la ocasión más clara del Mallorca cuando Aouate sacó en largo buscando el contragolpe hacia el nueve bermellón pero el ex de Osasuna se durmió a la hora de batir a De Gea. La expulsión no parecía haber mermado al Mallorca, que no se zarandeaba ante las tímidas acometidas del Atlético antes del descanso.

Reválida para Forlán

Urgían cambios de centrocampistas en ambos conjuntos. Santi quitó plomo para aligerar las transiciones dando entrada a Jurado por Assunçao y Manzano dio mayor criterio en la medular con Martí. El Atlético debía decidir rápidamente y no coquetear con el tiempo y los nervios. Al final no hizo falta porque a los seis de la reanudación se repitió la historia del primer tiempo. Centro por la izquierda, el balón golpea en el brazo de un defensor y penalti. No era un Déjà vu pero Muñiz tampoco dudó en expulsar a Ramis, que se resbaló justo cuando el esférico golpeó en el brazo. Y de nuevo Forlán cara a cara con Aouate. Esta vez el uruguayo no se la jugó y aseguró el tanto con un disparo raso y centrado.

Un Mallorca roto posicional y anímicamente tenia que afrontar la segunda parte con nueve jugadores y el Atlético tenía la oportunidad de lanzarse para brindar una alegría tonificante a la parroquia rojiblanca. Pero ni ante nueve jugadores el Atlético de estos tiempos es capaz de sobreponerse a su rival. Es más, cuantos más jugadores faltaban en el Mallorca, peor estaba el Atlético. Y es que desde el gol local, el Atlético se dedicó a racanear, como si estuvieran en condiciones de guardar fuerzas. Sin embargo, el Mallorca todo lo contrario. Lejos de venirse abajo, lo de los baleares fue puro pundonor, seguían luchando como si jugaran con once, en busca de la recompensa. Y cuando ya se pensaba en una triste victoria de transición, llegó el jugador con más calidad del Mallorca, Borja Valero, para empatar con un balón cruzado desde el segundo palo, ante una defensa dormida, y armar un follón en el Calderón, porque el fútbol es injusto, pero no tanto.